La Batalla del Bosque de las Ardenas constituyó la última gran ofensiva de la Alemania en la Segunda Guerra Mundial y una de las campañas más sangrientas del Frente Occidental. Librada sobre los parajes helados de Bélgica y Luxemburgo entre Estados Unidos y el Tercer Reich, su repercusión no sólo afectaría a la contienda y retrasaría notablemente el avance de las fuerzas norteamericanas sobre Europa en favor de la Unión Soviética, sino que sería decisiva para el posterior desarrollo del mundo en el siglo XX.
Plan de Alemania
Sobre el otoño de 1944, después de que el Tercer Reich hubiese cosechado un desastre militar tras otro estando a la defensiva tanto en el Frente Oriental como en el Frente Occidental, Adolf Hitler llegó a la conclusión de que había que pasar al ataque para cambiar el curso de la contienda. El golpe decisivo tenía que ser sin duda el Frente Occidental, ya que la coalición de los Aliados Occidentales con la Unión Soviética era más frágil cada día. Una ruptura estratégica en aquel escenario cambiaría de manera irremediable los acontecimientos, siendo el lugar elegido para ello un área en torno a Bélgica y Luxemburgo conocida como las Ardenas.
Ambicioso era el plan de Hitler sobre las Ardenas. Su proyecto consistía en concentrar a un poderoso ejército, aproximadamente de 45 divisiones apostadas tras la Línea Sigfrido que protegía la frontera alemana, para lanzarlas contra las líneas norteamericanas siguiendo el curso del Río Mosa y alcanzando el puerto de Amberes. Derrotado el I Ejército Estadounidense o puestos sus soldados en retirada, se pensaba cercar al II Ejército Británico más el norte, exactamente en la demarcación con Holanda y dentro de una bolsa de la que tendrían que escapar replegándose hacia el mar como hicieron durante la invasión de Francia en 1940. Si este plan funcionaba Alemania tendría tiempo suficiente para fabricar las supuestas «armas secretas» que llevarían a la victoria final; pero sobretodo, obligaría a los Aliados a replantearse la situación sobre su alianza con la Unión Soviética, ya que una derrota en las Ardenas, implicaría que el Ejército Rojo se abalanzase sobre Europa Occidental, algo a lo que ni Londres ni Washington estarían dispuestos.
Ningún o casi ningún general del Ejército Alemán veía factible una ofensiva en las Ardenas, fruto de las alucinaciones de Hitler y de su desgaste moral tras años al frente del Tercer Reich. Por eso mismo, temiendo el Führer que sus hombres planteasen quejas sobre su proyecto, ideó un plan maquiavélico para llegar a un acuerdo con ellos. La noche del 11 de Diciembre todos los altos generales fueron convocados a una inesperada reunión cerca de una localidad solitaria próxima a Frankfurt. Una vez allí, descubrieron perplejos que hombres armados de las SS les cachearon y confiscaron sus pistolas, haciéndoles a continuación subir a un autobús con las ventanas cerradas. Cuando el autobús arrancó, dio varias vueltas para confundirles y desorientarles, para luego llevarles rápidamente al Castillo de Ziegenberg, en donde nada más desembarcar, les bajaron a un sótano. Por fin dentro de la sala les hicieron sentar en una serie de sillas con un guardia de las SS en el respaldo trasero que llevaba la pistola cargada y preparada. De repente se abrió una puerta y Hitler entró sonriente. El Führer explicó una vez más todo su plan de ofensiva y se aduló él mismo asegurando lo genial de su estrategia. Los generales humillados y aterrorizados no tuvieron más remedio que asentir y otorgarle la razón porque al fin y al cabo su vida iba en ello. Terminado el discurso, todos los generales fueron coaccionados a firmar por escrito la viabilidad del plan y su participación en el ataque que se gestaba. Fue así como de esta manera tan poco común se planificó la que sería la última gran ofensiva de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
Para llevar a cabo el gigantesco plan del Ejército Alemán (Wehrmacht) fue necesario retirar del Frente Oriental tropas y divisiones para concentrar refuerzos en el Frente Occidental. De hecho a principios de Diciembre de 1944, la frontera germano-belga se fue abarrotando de tropas procedentes de todas partes de la Europa ocupada, participando más de 10.000 vagones en el transporte. La acumulación de tal cantidad de hombres y material se efectuó bajo un estricto secreto, siendo el silencio sepulcral y con todas las medidas de seguridad pertinentes, como por ejemplo los correos que se enviaban a través de mensajeros para no ser descifrados por radio o transportando tanques por la noche para no ser vistos por la aviación. Ni siquiera hubo vuelos de reconocimiento, por lo que jamás los Aliados sospecharon del ataque.
Tecnológicamente la Wehrmacht era superior a cualquier ejército de los Aliados justo antes de la víspera de la ofensiva en las Ardenas. Por primera vez en mucho tiempo, Alemania disponía una gran cantidad de hombres, tanques, cañones y aviones. Por ejemplo las fuerzas blindadas compuestas por los clásicos Stug, Panzer III, Panzer IV y Jagdpanzer; se complementaron con los Tiger, Panther y los invencibles King Tiger. La Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) contaba con los insuperables cazas a reacción Messerschmitt Me 262, así como con los clásicos Messerschmitt Bf 109 y Focke Wulf Fw 190; bombarderos Junkers Ju 88 y Heinkel He 111; y evidentemente los siempre efectivos bombarderos en picado Stukas. También sobre las cordilleras de las Ardenas se situaron cañones de todos los calibres, incluyendo los Flak de 88 milímetros e incluso lanzacohetes Neberwerfer y grandes piezas artilladas por trenes Leopold. Pero sin duda el arma más temida fueron los misiles V-1 y V-2 que tenían sus rampas de lanzamiento situadas en los bosques; además de otras novedades espectaculares como el rifle de asalto Stg-44 y gafas de visión nocturna.
«Operación Wacht am Rhein (Guardia en el Rin)» fue el nombre que se concedió a la ofensiva sobre las Ardenas, fijada en un principio para el 10 de Diciembre, aunque posteriormente se retrasó hasta el 16 a la espera de que mal tiempo dificultase las operaciones aéreas aliadas. Gerd Von Rundest, mariscal que conquistó Francia en 1940, fue nombrado principal responsable de la operación. Sin embargo y a pesar de su veteranía, Rundest fue pesimista al saber que no disponía de gasolina suficiente para llegar a Amberes. Precisamente Hitler había prometido una cantidad 5 veces más elevada de la normal, de la que finalmente sólo pudo reunir el 1’5, lo que forzó a los alemanes a ser dependientes del combustible que capturasen al enemigo.
El ataque en las Ardenas sería llevado a cabo por tres columnas en una rápida y tradicional «Guerra Relámpago (Blitzkrieg)». La primera columna central iría al mando del general Hasso Von Manteuffel con el V Ejército Panzer que se repartía en el XLVII Cuerpo con las 2ª y 9ª División Panzer, más la 26ª División Volksgrenadier y la Brigada Führer; el LVIII Cuerpo con las 18ª y 62ª Divisiones Volksgrenadier; y el XXXIX Cuerpo Panzer con la 176ª Division Volksgrenadier. Hacia Lieja marcharía la segunda columna con el VI Ejército Panzer del general Josep Sepp Dietrich que se dividía en el I Cuerpo SS Panzer con la veterana 1ª División SS Panzer «Leibstandarte Adolf Hitler», la 12ª División SS Panzer «Hitlerjugend», la 3ª División Paracaidista, la 150ª Brigada Panzer Especial y las 12ª y 227ª Divisiones Volksgrenadier; el II Cuerpo SS Panzer con la 2ª División SS Panzer «Das Reich» y la 9ª División SS Panzer «Hohenstaufen»; y el LXVII Cuerpo con las 246ª, 272ª y 326ª Divisiones Volksgrenadier. Por último hacia el flanco más meridional marcharía desde Luxemburgo el VII Ejército del general Erich Brandenberg con el LIII Cuerpo integrado por las 9ª y 15ª Divisiones Volksgrenadier y la Brigada de Granaderos Führer; el LXXX Cuerpo con las 212ª, 276ª y 340ª Divisiones Volksgrenadier; y el LXXXV Cuerpo con la 5ª División Paracaidista y las 79ª y 352ª Divisiones Volskgrenadier.
Una de las novedades de la ofensiva en las Ardenas fue la «Operación Greif (Grifo)» que lideraría el coronel de las SS, Otto Skorzeny, gran experto en misiones especiales que se había hecho famoso por rescatar a Benito Mussolini del Gran Sasso en 1943. Su nueva misión en esta ocasión consistió en que los hombres de la 150ª Brigada Panzer Especial, junto a un grupo de 2.000 paracaidistas y 40 jeeps Willy americanos, vestidos todos con uniformes estadounidenses, se infiltrasen tras las líneas enemigas para causar la máxima confusión posible.
Alemania reunió un total de 200.000 soldados, 2.000 tanques, 1.900 cañones y 3.000 aviones.
Grupo de Ejércitos Oeste (Mariscal de Campo Gerd Von Rundest):
V Ejército Panzer (General Hasso Von Manteuffel)
·XLVII Cuerpo (General Heinrich Von Luttwitz)
-2ª División Panzer
-9ª División Panzer
-26ª División Volksgrenadier
-Brigada Führer
·LVIII Cuerpo (General Walter Kruger)
-116ª División Panzer
-560ª División Volksgrenadier
·LXVIII Cuerpo (General Walter Lucht)
-18ª División Volksgrenadier
-62ª División Volksgrenadier
·XXXIX Cuerpo Panzer (General Karl Decker)
-176ª División Volksgrenadier
VI Ejército Panzer (Oberstgruppenführer SS Josep Sepp Dietrich)
·I Cuerpo SS Panzer (Gruppenführer SS Hermann Priess)
-1ª División SS Panzer «Leibstandarte Adolf Hitler»
-3ª División Paracaidista «Fallschirmjäger»
-12ª División SS Panzer «Hitlerjugend»
-12ª División Volksgrenadier
-227ª División Volksgrenadier
-150ª Brigada Panzer Especial
·II Cuerpo SS Panzer (General Willi Bittrich)
-2ª División SS Panzer «Das Reich»
-9ª División SS Panzer «Hohenstaufen»
·LXVII Cuerpo (General Otto Hitzfeld)
-3ª División Panzergrenadier
-246ª División Volksgrenadier
-272ª División Volksgrenadier
-326ª División Volksgrenadier
VII Ejército (General Erich Brandenberger)
·LIII Cuerpo (General Edwin Von Rothkirch)
-9ª División Volksgrenadier
-15ª División Panzergrenadier
-Brigada de Granaderos Führer
·LXXX Cuerpo (General Franz Beyer)
-212ª División Volksgrenadier
-276ª División Volksgrenadier
-340ª División Volksgrenadier
·LXXXV Cuerpo (General Baptist Kneiss)
-5ª División Paracaidista
-79ª División Volksgrenadier
-352ª División Volksgrenadier
Plan de los Aliados
Las Ardenas era un terreno boscoso entre Bélgica, Alemania y Luxemburgo, repleto de colinas cubiertas de árboles, selvas oscuras, profundas gargantas, intrincados arroyos y sobretodo gruesas capas de nieve en invierno. Sobre aquella zona el Ejército Estadounidense se encontraba dispersado y desmoralizado, con escaso material y efectivos tras sus desastres militares durante la «Operación Market-Garden» de Holanda y la Batalla del Bosque de Hürtgen, además de encontrarse en una situación logística complicada porque los suministros tenían que llegar desde las lejanas playas de Normandía atravesando toda Francia y Bélgica.
Tras la difícil situación de la Batalla del Bosque de Hürtgen donde los alemanes dieron una buena paliza al Ejército Estadounidense, los Aliados se quedaron con pocos medios para el ataque. Viendo el problema, el comandante en jefe de la Fuerza Expedicionaria Aliada, Dwith David Esisenhower, reunió el 7 de Diciembre en Maastrich al mariscal británico Bernard Montgomery, al mariscal del aire Sir Arthur Tedder y al general norteamericano Omar Nelson Bradley. El motivo de la conferencia fue la proposición de planear una rápida contraofensiva contra el Tercer Reich ante la evidente necesidad de mostrar a la opinión pública la capacidad de iniciativa aliada, la cual se había visto cuestionada por las anteriores derrotas del otoño de 1944. Curiosamente dicha ofensiva fue fijada para Enero de 1945, operación que jamás se llegaría a realizar porque precisamente iban a ser ellos los atacados.
Sin saber lo que se les venía encima, los estadounidenses en las Ardenas presentaban el dispositivo defensivo más débil del Frente Occidental. Su colocación consistía básicamente en puestos fortificados o trincheras adelantadas distribuidas irregularmente por todo el frente, unas muy cerca de los alemanes y otras muy alejadas, lo que elevaba el riesgo de embolsamientos y de un rápido agotamiento de municiones de vívires y gasolina. A este problema se añadía que los tanques se repartían en unidades independientes y no en grandes agrupaciones, siendo todos inferiores a los blindados alemanes como los modelos Sherman, M-24 Chaffee, M-10 y los autopropulsados Priest. Únicamente en el aire tanto la Fuerza Aérea Estadounidense (United States Air Force o USAF) como la Real Fuerza Aérea Británica (Royal Air Force o RAF) contaban con la superioridad aérea, aunque de nuevo la tecnología seguía siendo inferior al no disponer de aviones a reacción, por lo que los caza-carros P-51 Mustang y P-47 Thunderbolt debían desenvolverse solos sin una escolta adecuada. Tampoco el soldado de infantería estaba en su mejor momento porque era Navidad y se encontraba muy lejos de casa; mientras que las temperaturas de -28ºC grados y la mala calidad de las botas y ropa invernal del Ejército Estadounidense había generado 822 bajas por congelación antes de la batalla.
El despliegue de los Aliados en las Ardenas consistió en dos grandes fuerzas de tierra. Por un lado estaba eI I Ejército Estadounidense del general Courtney Hodges que disponía del V Cuerpo entre Lammersdorf y Monschau con las 1ª, 2ª, 9ª y 78ª y 99ª Divisiones de Infantería; más atrás estaba el VII Cuerpo con las 2ª y 3ª Divisiones Blindadas y las 83ª y 84ª Divisiones de Infantería; y por el último el XVIII Cuerpo Aerotransportado con la 7ª División Blindada, las 30ª, 75ª y 106ª Divisones de Infantería, las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas y el 14º Grupo de Caballería. George Patton, el mejor general que había gestado América, estaba al mando del III Ejército Blindado con el III Cuerpo que incluía las 4ª y 6ª Divisiones Blindadas y las 26ª, 35ª y 90ª Divisiones de Infantería; el VIII Cuerpo con las 9ª y 11ª Divisiones Blindadas, las 28 y 87ª Divisiones de Infantería y la 17ª División Aerotransportada; el XII Cuerpo con las 4ª, 5ª,10ª y 80ª Divisiones de Infantería; y el XXX Cuerpo Británico con la 6ª División Aerotransportada, la 51ª División de Infantería Escocesa «Highland», la 53ª División de Infantería «Welsh», el 3º Regimiento de Cazadores Paracaidista Francés y el Comando SAS Belga.
Los Aliados desplegaron a un total de 83.000 soldados, 242 tanques, 394 cañones y 1.000 aviones.
XXI Grupo de Ejércitos (Mariscal Bernard Montgomery):
I Ejército Estadounidense (General Courtney Hodges)
·V Cuerpo (General Leonard T. Gerow)
-1ª División de Infantería «Big Red One»
-2ª División de Infantería
-9ª División de Infantería
-78ª División de Infantería
-99ª División de Infantería
·VII Cuerpo (General Joseph Lawton Collins)
-2ª División Blindada
-3ª División Blindada
-83ª División de Infantería
-84ª División de Infantería
·XVIII Cuerpo Aerotransportado (General Matthew Ridway)
-7ª División Blindada
-30ª División de Infantería
-75ª División de Infantería
-82ª División Aerotransportada
-101ª División Aerotransportada
-106ª División de Infantería
-4º Grupo de Caballería
III Ejército Blindado Estadounidense (General George Patton)
·III Cuerpo (General John Millikin)
-4ª División Blindada
-6ª División Blindada
-26ª División de Infantería
-35ª División de Infantería
-90ª División de Infantería
·VIII Cuerpo (General Troy H. Middleton)
-9ª División Blindada
-11ª División Blindada
-17ª División Aerotransportada
-28ª División de Infantería
-87ª División de Infantería
·XII Cuerpo (General Manton Eddy)
-4ª División de Infantería
-5ª División de Infantería
-10ª División de Infantería
-80ª División de Infantería
XXX Cuerpo Británico (General Bryan Horrocks)
-6ª División Aerotransportada
-51ª División de Infantería Escocesa «Highland»
-53ª División de Infantería «Welsh»
-3º Regimiento de Cazadores Paracaidista Francés
-Comando SAS Belga
Ofensiva en las Ardenas (16 de Diciembre de 1944 )
Durante la madrugada del 16 de Diciembre de 1944, un intenso fuego de más de 1.500 piezas de artillería cayó inesperadamente sobre los bosques de las Ardenas a lo largo de un frente de 141 kilómetros que abarcó las fronteras de Bélgica, Alemania y Luxemburgo. Acto seguido, misiles de los modelos V-1, V-2 y Rheinbote despegaron de sus rampas de lanzamiento para descender sobre las ciudades de Lieja y Amberes causando el terror entre la población.
Inmovilizado a causa del inesperado bombardeo, el V Cuerpo Estadounidense situado en primera línea recibió una interminable lluvia de proyectiles mientras sus hombres cavaban hoyos en la nieve para ocultarse. Durante este ataque, la metralla supuso un peligro adicional debido a que la alta presencia de árboles hizo saltar miles de astillas en todas direcciones que provocaron una muerte lenta y dolorosa a decenas de soldados.
Junto al Río Our aconteció otra sorpresa para los norteamericanos cuando miles de vatios de luz procedentes de reflectores enfocaron las nubes bajas provocando un efecto óptico que clareció el cielo como si fuese de día y abrillantó la niebla como si fuesen rayos solares. Aquella ingeniosa táctica que cegó y deslumbró a los soldados norteamericanos, fue la señal para que todo el V Ejército Alemán iniciase el avance.
Mientras se iluminaba el cielo y la artillería machacaba las líneas enemigas, un total de 120 aviones de transporte alemanes Junkers Ju 52 cargados con 1.200 paracaidistas se dirigieron hacia sus diversos objetivos situados 15 kilómetros por detrás de las líneas belgas. Bajo el nombre de «Operación Stösser», la primera unidad en saltar fue la 3ª División Paracaidista del general August Von der Heyte, la cual efectuó un lanzamiento de forma caótica debido a que la mayor parte de las tropas cayeron dispersas por los bosques de las Ardenas, llegando algunos soldados a aterrizar en Holanda por culpa de errores de navegación aérea e incluso a las afueras de la ciudad de Aquisgrán. Únicamente 300 soldados lograron caer en los alrededores del Monte Rigi y el nudo de carreteras de Eupen a Malmedy, consiguiendo causar numerosas distracciones en la retaguardia norteamericana.
Algo más de éxito tuvo la segunda oleada en saltar, concretamente la 150ª Brigada Panzer Especial de Otto Skorzeny. Esta unidad de élite conformada por comandos vestidos de uniformes norteamericanos y provistos de jeeps «Willy», camiones y algunos tanques de modelo estadounidense que les esperaban en determinados puntos, se internaron tras las líneas enemigas sin ser vistos y provocaron cuantiosas daños al enemigo. Skorzeny que iba con 50 efectivos esa noche cambió de ruta a numerosas unidades norteamericanas mediante el giro de carteles o simuló campos de minas falsos con cintas rojas. Otros grupos incluso consiguieron hacerse con algunos puentes sobre el Río Mosa, desde los cuales modificaron las señalizaciones hacia Lieja y Huy, lo que permitió desviar a una columna norteamericana al completo hacia una dirección incorrecta. Con el mismo pretexto de las minas un destacamento estadounidense no pudo cruzar el túnel junto al Río Escalda; al mismo tiempo que cerca de Malmédy los comandos atacaban y neutralizaban un cruce de carreteras vital para las comunicaciones. Respecto a los 40 jeeps que se internaron en la retaguardia, únicamente 8 fueron capturados, siendo todos sus ocupantes fusilados según las leyes de la Convención de Ginebra por vestir el uniforme del bando contrario. Sin embargo los resultados fueron fatales para los Aliados porque este tipo de comandos generó tanta confusión que las carreteras rápidamente se colapsaron y se formaron interminables atascos. Precisamente tal fue la obsesión por capturar a los supuestos impostores, que la policía militar arrestó a cientos de inocentes entre sus tropas y en cada puesto avanzado se detuvo a los soldados para que realizasen un test sobre actualidad e Historia de los Estados Unidos.
Psicológicamente la idea de los comandos vestidos de uniformes americanos resultó ser un gran acierto. Aquella noche por ejemplo, en el Cuartel General de Dwith Eisenhower en París la información procedente de las Ardenas era confusa. La razón de ello fue que las unidades especiales de Skorzeny hicieron pensar a los Aliados que unos comandos alemanes intentarían asesinar a Eisenhower en París y Versalles, rumor que se extendió por todo el continente. Ante dicha noticia el jefe de las fuerzas aliadas se mantuvo recluido en su cuartel como medida de seguridad mientras miles de tropas americanas tomaban el centro de Versalles como alerta preventiva. Precisamente el mismo Eisenhower llegó a estar cautivo de sus propios soldados durante 10 días seguidos, lo que interrumpió las comunicaciones con lo que estaba sucediendo en el frente más de una semana, algo que sin duda supuso una gran ventaja para los alemanes.
Otra de las estratagemas de distracción fueron los misiles V-2 que las Waffen-SS lanzaron contra la retaguardia de los Aliados en Bélgica. Solamente durante aquella jornada sus efectos fueron devastadores porque sin poder ser detectados por los radares debido a su gran altura y velocidad de reacción, infligieron graves daños en la ciudad de Amberes como la destrucción de un cine en donde murieron sepultados 296 soldados norteamericanos y 271 civiles.
Un poco antes del amanecer de aquel 16 de Diciembre de 1944, el V Ejército Panzer entró en contacto con la primera línea enemiga estadounidense. El avance fue tan rápido e inesperado que la mayoría de norteamericanos se rindieron sin pegar ni un sólo tiro. Marnach, Hosingen y Holtzhum cayeron ante el inicial avance de los alemanes, encontrando estos únicamente alguna resistencia enemiga en el paso del Río Our que fue fácilmente superada.
Al norte de las Ardenas la ofensiva dio comienzo cuando el VI Ejército Panzer del general Sepp Dietrich desencadenó un brutal asalto de tanques contra la 99ª División de Infantería Estadounidense cerca de Höfen. Durante el ataque las tropas de la 1ª División SS Panzer «Leibstandarte Adolf Hitler» que iban vanguardia, fueron las primeras en golpear a los norteamericanos, los cuales escondidos entre la densidad del bosque y las colinas arboladas, tuvieron tiempo suficiente para resistir y replegarse. Esto obligó al VI Ejército Panzer a utilizar los jóvenes y ancianos «volksgrenadier», quienes armados con armas anticarro Panzerfaust, destruyeron una a una las posiciones enemigas situadas en hoyos y lomas.
Durante el resto del día, el Kampfgruppe Peiper (Grupo de Combate Peiper) que se integraba por 124 blindados y 2.000 hombres, ocupó la localidad de Losheim, un nudo de comunicaciones en el que se produjo tal acumulación de vehículos que para los tanques fue imposible avanzar con rapidez debido a los atascos de tráfico provocados por la 1ª División SS Panzer «Leibstandarte» y la 12ª División Volksgrenadier. Uno de los comandantes de carros de combate de la «Leibstandarte», Joachim Peiper del que hacía honor el nombre de «Kampfgruppe Peiper», cansado de tanto esperar por culpa del colapso, ordenó embestir con sus tanques a los vehículos de la 12ª División Volksgrenadier sin importarle los daños. Así lo hicieron abriéndose paso sin problemas hasta que poco después y conscientemente del peligro, Peiper mandó atravesar a sus hombres un campo de minas alemán para darse más prisa. Durante el trayecto se perdieron varios vehículos, aunque su sacrificio no fue vano, pues esta valiente acción de guerra permitió seguir avanzando al Ejército Alemán. Más adelante, a media mañana, los blindados de Peiper se encontraron con los hombres de la 3ª División Paracaidista en Lanzerath que se habían adelantado a las vanguardias acorazadas tras salto desde los aviones. Aquellas tropas aerotransportadas tuvieron suerte porque los carristas les invitaron a subir a los tanques y evitarles continuar a pie. Reanudada la marcha, la ciudad de Buchholz cayó en manos de la columna de Peiper después de que los defensores estadounidenses se rindieran sin luchar. Tras la caída de Buchhloz, la fuerza de Peiper se encontró de nuevo con otro atasco, aunque en esta ocasión de una cola de vehículos norteamericana. Inmediatamente ordenó abrir fuego y logró destruir a todos los vehículos estadounidenses sin excepción. Precisamente aquella columna de vehículos destrozados impidió que los norteamericanos fueran avisados de la ofensiva y por tanto fueran sorprendidos en Honsfeld, pueblo en el que nuevamente se rindieron cientos de prisioneros. Eufórico y sin detenerse, Peiper prosiguió con su avance relámpago sobre la Carretera N-23 capturando el Aeródromo de Büllingen en donde capturó a otros 50 prisioneros y un depósito de combustible lleno carburante. Por suerte para él, en este aeropuerto los alemanes encontraron bidones de combustible intactos con los que pudieron repostar gratuitamente gasolina para sus depósitos. Sin duda esta gesta convirtió a Peiper en uno de los mejores líderes Panzer de la Segunda Guerra Mundial.
Caída la tarde, el I Cuerpo SS Panzer rompió las líneas de la 99ª División de Infantería Estadounidense después de haberla arrollado con los tanques. Aquel acontecimiento precipitó la perforación del frente, haciendo que el V Cuerpo Estadounidense quedase partido en dos y perdiera contacto con el resto de las fuerzas norteamericanas en Europa.
Al anochecer, los restos de la 99ª División de Infantería Estadounidense atacaron saliendo de sus posiciones en un intento por taponar las brechas en la zona de Heinerscheid. El resultado fue una pérdida inútil de hombres y una gran cantidad de tanques Shermans destruidos. Tras el desastre, la 99ª División de Infantería Estadounidense comenzó a replegarse mientras sus hombres eran perseguidos por los alemanes que hostigaron con artillería las formaciones en retirada a través de los bosques nevados.
Cerca de Lonsheim, ya entrada la noche de aquel 16 de Diciembre de 1944, los alemanes obtuvieron una gran victoria al destruir al 14º Grupo de Caballería Estadounidense. Simultáneamente en Schnee Eifel aniquilaron a todas las unidades de artillería norteamericanas emplazadas en la zona; mientras que no muy lejos de allí, las vanguardias de la Wehrmacht lograron otro magistral triunfo en Clervaux (precisamente donde se hallaba el cuartel general estadounidense dentro de un antiguo castillo), cuando la fortaleza fue conquistada tras un duro asedio que no concluyó hasta que un Panzer aplastó la puerta de la entrada e irrumpió en el interior masacrando a los defensores.
A medianoche la única información fiable que tenían los aliados en París tras la falsa alarma del intento de asesinato de Eisenhower, era que los alemanes habían atacado en un frente de más de 100 kilómetros entre las Ardenas y Luxemburgo. Sin embargo la situación real era mucho más crítica para ellos, pues habían perdido casi tres divisiones en una sóla jornada y los alemanes avanzaban como rayos. Aquello sin duda ya se parecía más a la «Blitzkrieg» de Mayo de 1940.
Blitzkrieg en las Ardenas (17 de Diciembre de 1944)
Durante la noche del 16 al 17 de Diciembre, los Aliados estuvieron haciendo cambios en todos los sectores de las Ardenas para intentar resistir el ataque alemán. Justo después de que resultase incomunicado el V Ejército Estadounidense, desde París se emitió la orden de trasladar refuerzos cuanto antes. Con velocidad se envió al sur a la 106ª División de Infantería Estadounidense para proteger la carretera a Saint Vith, al mismo tiempo que la 2ª División de Infantería fue llevada a reforzar el flanco de la castigada 99ª División de Infantería, exactamente igual que hizo la veterana 1ª División de Infantería «Big Red One».
Desgraciadamente muy tarde llegaron los refuerzos a la 99ª División de Infantería Estadounidense porque cuando amaneció el 17 de Diciembre, los comandos de la 150ª Brigada Panzer Especial de Skorzeny habían conseguido retrasar a todas las unidades norteamericanas que acudían en su socorro. Fue así como desguarnecida dicha división, los blindados de la columna de Peiper la emboscaron en Elsenborn y la provocaron casi 3.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
Aquella misma mañana Peiper ordenó seguir adelante sin detenerse hacia siguiente objetivo: Liegneuville. Nada más llegar a las afueras de dicho pueblo el disparo de un tanque Sherman norteamericano destruyó a un blindado Panther alemán. Sin embargo Peiper, que previamente había localizado al carro enemigo con sus prismáticos, corrió valientemente con un Panzerfaust para destruirlo; aunque en última instancia el inesperado fogonazo de un Panzer se le adelantó y pulverizó al Sherman de un sólo impacto. Tras tomar Liegneuville y acabar con los pocos tanques estadounidenses ocultos entre los árboles, la columna de Peiper marchó hacia Buellingen penetrando más de 6 kilómetros en las líneas norteamericanas. A pesar de tener órdenes de no avanzar abandonando grandes concentraciones de tropas en los flancos, Peiper ignoró la advertencia y marchó hacia el Río Mosa acabando con las pocas unidades dispersas de la 9ª División Blindada Estadounidense.
Para finalizar aquella jornada del 17 de Diciembre, los Aliados comprendieron lo grave de la situación. Eisenhower ordenó inmediatamente poner en marcha a las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas Estadounidenses, al mismo tiempo que eligió al III Ejército Blindado de Patton para acudir en socorro de las unidades arrolladas en las Ardenas. El único problema de la operación era que toda aquella maniobra requeriría muchos días para Patton, básicamente debido a la lejanía de sus fuerzas respecto a la línea del frente, por lo que la única opción factible por el momento era resistir hasta las últimas consecuencias.
Masacre de Malmedy
A mediodía del 17 de Diciembre de 1944, tres unidades que recientemente habían venido desde Holanda a las Ardenas procedentes del 285th Batallón de Observación de Artillería Estadounidense formado por 140 hombres, circulaban tranquilamente entre Baugnez y Malmedy en dirección a Luxemburgo. Durante el trayecto cerca de Malmedy, la columna se topó con el 291th Batallón de Zapadores Estadounidense, el cual les advirtió que había alemanes pululando por la zona.
Con precaución, el 285th Batallón de Observación de Artillería continuó avanzando por la carretera de Baugnez hasta hacer una parada en el Café Bodarwé. Mientras se relajaban en la cafetería, dos tanques de una avanzadilla de la columna de Peiper llegaron por el este, acompañados algo más atras por unidades de la 1ª División SS Panzer «Leibstandarte» y de la 12ª División SS Panzer «Hitlerjugend». En cuanto los alemanes vieron a los norteamericanos en el café, los tanques abrieron fuego y los hombres saltaron de los vehículos para hacerles prisioneros. Sorprendidos los estadounidenses apenas ofrecieron resistencia.
A las 14:00 horas de la tarde, todas las tropas norteamericanas se rindieron a los alemanes. Fueron un total de 113 prisioneros entre los que había 90 soldados, 11 del personal de ambulancias y uno de la policía militar, además de otros 11 capturados el día 16 que habían sido obligados a seguir a pie la columna de Peiper durante un día entero.
Sobre las 14:15 horas un total de 50 prisioneros fueron obligados a formar en grupos de quince personas y llevados tras la cafetería. Sin ninguna explicación y en medio de la nieve, les fusilaron a quemarropa con rifles y ametralladoras. Todo sucedió entre las 15:00 y las 16:00 de la tarde, período en que todos los grupos de cautivos fueron asesinados uno a uno, colocando además a los tanques delante de ellos para impedirles defenderse. Únicamente doce soldados se ocultaron en la cafetería, pero los alemanes la incendiaron y a medida que fueron saliendo con los cuerpos ardiendo los alemanes les dispararon.
Un total de 70 soldados estadounidenses fueron asesinados en Malmedy. Sólo unas pocas horas después de lo sucedido, Eisenhower fue informado del hecho y la noticia recorrió el mundo. Aquello sin duda modificó el aspecto psicológico de la batalla, ya que al saber lo ocurrido la indignación y las ansias de venganza invadieron los sentimientos de las tropas estadounidenses que combatían en las Ardenas. Sin duda alguna fue el peor error que los alemanes pudieron cometer, pues a partir del crimen los americanos se negarían a rendirse sabiendo lo que podía pasarles.
Batalla de Saint Vith (18 – 23 de Diciembre de 1944)
La Batalla por Saint Vith comenzó la madrugada del 18 de Diciembre de 1944 cuando la 62ª División Volksgrenadier atacó el pueblo junto a las orillas del Río Our donde se apostaban los estadounidenses entre la línea Monschau-Elsenberg. Hasta ese momento los alemanes habían aproximado sus líneas hasta 500 metros del objetivo y tras pulverizar tres blindados Sherman habían logrado dominar las alturas del Molino Wallerode. Acto seguido superaron con facilidad a los norteamericanos y les destruyeron cuatro tanques, lo que obligó a estos a replegarse hacia el interior de la misma Saint Vith esperando poder organizar una larga resistencia.
A kilómetros de Saint Vith, el Kampfgruppe Peiper prosiguió su avance al alba venciendo a todas las fuerzas americanas en Stavelot y arrasando el pueblo entero. Acto seguido sus hombres corrieron hacia Trois Ponts, donde su avance fue detenido temporalmente cuando un grupo de 13 ingenieros norteamericanos al mando del sargento Charles Hensel volaron el puente sobre el Río Amblève. Peiper entonces decidió modificar la ruta y dirigirse hacia La Gleize, aunque a la caída de la tarde una escuadrilla de cazabombarderos P-51 Mustang localizaron a la columna blindada y destruyeron 10 tanques. Tras este suceso, Stavlot fue atacado por estadounidenses rezagados y Peiper se vio obligado de nuevo a cambiar de sentido (curiosamente a 500 metros de la misma Stavelot existía un depósito de 11 millones de toneladas de gasolina que los alemanes no vieron y que en caso de haberlo divisado podría haberles proporcionado el suficiente combustible necesario para reocupar otra vez Bélgica). Justo a partir de esta amenaza y debido a la cercanía del Kampfgruppe Peiper al cuartel general de Spa, los norteamericanos decretaron la evacuación parcial hacia el interior de Bélgica en cuanto supieron que las vanguardias acorazadas enemigas acababan de asegurar las orillas del Río Lienne y el pueblo de Hâbièmont.
La noche del 18 de Dicembre se produjo un enfrentamiento entre la 9ª División Blindada Estadounidense y la 2ª División Panzer, siendo todos los tanques norteamericanos destruidos uno a uno. Con esta acción el camino a Bastogne quedó libre. Así pues, sin dudarlo un instante, el V Ejército Panzer avanzó toda la noche hasta toparse de bruces con la recién llegada 101ª División Aerotransportada Estadounidense; cuyos paracaidistas milagrosamente consiguieron frenar el ataque cerca de Bastogne, aunque la hazaña les costó la pérdida de un regimiento entero.
A comienzos del día 19 de Diciembre, las tropas germanas conquistaron Schnee Eiffel; mientras que las tres divisiones alemanas que atacaron Saint Vith destruyeron dos regimientos estadounidenses de infantería. Simultáneamente el Kampfgruppe Peiper en el norte ocupó la ciudad de Stoumont capturando a un total 284 prisioneros norteamericanos y destruyendo numerosos blindados Sherman y un cañón antiaéreo M3 a costa de la pérdida únicamente de tres tanques Panther.
Durante los más de tres días de ofensiva, las alarmas aéreas sonaron en Lieja y Amberes porque decenas de misiles V-1 y V-2 cayeron sobre ambas ciudades provocando el pánico y el caos entre la población civil y las fuerzas de ocupación aliadas. Tampoco se salvó de la devastación el aeródromo aliado de Deurne, acosado en varias ocasiones por estos misiles. Precisamente como las bases y rampas y de lanzamiento estaban situadas estratégicamente escondidas por los bosques de las Ardenas, las cuales se encontraban muy bien camufladas y eran de difícil localización desde el aire; el bombardeo generó la pérdida de numerosas vidas (la mayoría belgas), lo que ralentizó la iniciativa y la movilidad entre los Aliados.
Ante la falta evidente de gasolina, el 20 de Diciembre el Kampfgruppe Peiper se detuvo completamente, lo que permitió a la 82ª División Aerotransportada Estadounidense replegarse hacia el interior de Saint Vith junto con los restos acorazados de otras unidades. Sin embargo apenas tuvieron tiempo de preparar la defensa porque el día 21 los alemanes atacaron Saint Vith desde el noroeste tomando la posición de Breitfeld tras acabar con 3 tanques M-10 y posteriormente superando el parapeto de la entrada al pueblo donde los Panzerfaust de los granaderos destruyeron 5 Sherman. Este inesperado revés obligó a los norteamericanos a reducir su perímetro defensivo a una línea muy estrecha dentro de las ruinas del pueblo destruido.
Más al sur, en la ciudad de Schönberg, la 18ª División Volksgrenadier aniquiló los últimos restos de la 106ª División de Infantería Estadounidense en los alrededores del Monte Schnee Eiffel, donde hizo prisioneros a más de 10.000 soldados norteamericanos que fueron saliendo de los bosques a centenares con las manos en alto. Sin duda alguna aquella jornada supuso el mayor desastre militar cosechado en la ofensiva y una de las mayores derrotas tácticas de la Historia de Estados Unidos.
Tras varios intentos, los días 22 y 23 de Diciembre, los tanques King Tiger y Panther se lanzaron frontalmente contra Saint Vith destrozando a los últimos blindados Shermans estadounidenses. Curiosamente durante el ataque, muchos de los tanquistas norteamericanos abandonaron aterrorizados sus carros ante la posibilidad de morir abrasados en su interior, por lo que precipitadamente se unieron a las largas colas de la infantería en retirada. Otros conductores en cambio, prefirieron organizar cargas suicidas, como hicieron en una colina cuesta arriba un grupo de 5 Sherman contra un pelotón de 6 Stug, los cuales de varios cañonazos incendiaron con facilidad a sus oponentes. Gracias a estos éxitos tácticos, cuando amaneció el 23 por la mañana, los alemanes finalmente redujeron la última bolsa al oeste de la ciudad y entraron victoriosos en Saint Vith. Como resultado de esta victoria local la 7ª División Blindada Estadounidense fue aniquilada al completo y la 9ª División Blindada destruida parcialmente, escapando los supervivientes de esta última hacia el Río Salm antes de que la orilla fuese ocupada por tropas alemanas.
Hasta ese momento la Batalla de Saint Vith había costado al Ejército Estadounidense un desastre absoluto porque los norteamericanos encajaron unas pérdidas de 14.000 soldados entre 3.397 muertos o heridos y 10.000 prisioneros; además de resultar destruidos 140 tanques y decenas de vehículos, piezas de artillería, etcétera. A la contra, los alemanes sufrieron 2.800 bajas entre muertos y heridos, cifra muy baja en comparación a sus oponentes, lo que significó un auténtico triunfo para la Wehrmacht. De hecho y de manera curiosa, los soldados germanos no fueron los únicos que disfrutaron de la victoria, sino también la población de mayoría alemana residente en Saint Vith que colgó banderas con la esvástica en balcones y ventanas.
Ocupada Saint Vith, la ciudad de Bastogne quedó aislada y la 101ª División Aerotransportada Estadounidense fue embolsada en su interior. Aquella localidad suponía el último objetivo entre los alemanes y el Río Mosa; justo cuando el III Ejército del general George Patton ya se había puesto en marcha hacia Bastogne. Iba a ser precisamente en esa localidad donde se decidiría el destino de la campaña.
Batalla de Bastogne (23 – 31 de Diciembre de 1944)
Bastogne era una pequeña ciudad de 3.500 habitantes que por el azar del destino se había convertido en el punto estratégico más importante de las Ardenas por ser el nudo de carreteras más amplio hacia todos los sectores de Bélgica. Precisamente cinco años antes, Bastogne había caído en manos de la Wehrmacht el 10 de Mayo de 1940, únicamente 24 horas después del primer día de invasión alemana. Como todo sucedió tan rápido por aquel entonces, de manera simbólica y dentro de la misma ciudad yacía el soldado Emile Cady del 2º Regimiento de Cazadores de las Ardenas, curiosamente el primer belga fallecido de la Segunda Guerra Mundial que era oriundo de la comarca. Nuevamente y al igual que cinco años atrás, la Wehrmacht volvió a amenazar la ciudad, esta vez con XLVII Cuerpo Alemán que a diferencia de sus antecesores no tendría tanta suerte.
Dentro de la bolsa de Bastgone quedó atrapada la 101ª División Aerotransportada Estadounidense del general Antonhy McAuliffe (sustituido por Maxwell Taylor no hacía mucho); una administración que fue compartida por el alcalde belga de la ciudad, un profesor de escuela llamado León Jacqmin. Para sobrevivir a este cerco tanto los paracaidistas norteamericanos como los civiles belgas disponían de 200 gramos de pan diario y 2 toneladas de galletas procedentes de la llamada Organización Socorro de Invierno. Por suerte para los sitiados, estos contaron con dos factores ventajosos que los alemanes no previeron: primeramente los campesinos de los alrededores pudieron suministrarles animales del ganado que trasladaron a la ciudad para proporcionar carne; mientras que las «Raciones K» del Ejército Estadounidense eran tan abundantes que pudieron repartirse sin problemas entre la población civil y los más necesitados. Sin embargo y a pesar de estar muy bien preparados para aguantar el asedio, durante los días que duró el cerco, los norteamericanos pasaron todo tipo de calamidades como hambre, frío, falta de sueño, enfermedades y bombardeos, entre muchas otras penalidades.
La noche del 22 al 23 de Diciembre se inició el ataque alemán con un bombardeo de artillería seguido por tropas de infantería contra las posiciones occidental y meridional de los bosques alrededor de Bastogne. Los estadounidenses con armas cortas y de escaso alcance consiguieron retener la primera oleada alemana ocultándose entre los árboles o en los agujeros excavados bajo la nieve. Avanzada la noche, numerosos aviones de la Luftwaffe y cañones de la artillería pesada bombardearon intensamente Bastogne hasta el amanecer, momento en que la infantería y varios tanques alemanes protagonizaron un segundo asalto descendiendo por la pendiente hacia la ciudad que intentaron tomar sin éxito porque muchos fueron destruidos sobre el terreno por los aguerridos defensores.
Sobre las 11:30 del 23 de Diciembre, tras lanzar los últimos 6 proyectiles la batería alemana situada en el Túnel de Kautenbach, cuatro parlamentarios germanos con bandera blanca solicitaron hablar con el general de la 101ª División Aerotransportada. McAuliffe les recibió para escuchar su propuesta de rendición, cuyas líneas prometían ser tratados honrosamente según la Convención de Ginebra. Sin embargo McAuliffe no iba a tolerar tal humillación y por eso escribió una nota sobre un papel para el general Hasso Von Manteuffel que los parlamentarios le entregaron poco después. Su respuesta fue: «¡Y un cuerno!».
Claro y soleado amaneció el 24 de Diciembre para sorpresa de los alemanes. Aquel inesperado factor climatológico permitió a la aviación aliada poner en el aire a sus aviones y atacar las líneas de comunicaciones germanas destruyendo numerosos vehículos y tanques en las carreteras. Al mismo tiempo, aviones de transporte norteamericanos C-47 Dakota realizaron más de 3.000 salidas en las que lanzaron suministros y municiones en paracaídas sobre los soldados de la 101ª División Aerotransportada Estadounidense atrapada en Bastogne. Gracias a ello, los sitiados celebraron la Nochebuena ocultos bajo la tierra y la nieve con raciones que comer y regalos navideños de los que disfrutar.
Al llegar el 25, Día de Navidad, el V Ejército Panzer desencadenó un asalto contra Bastogne, descuidando en su lugar el avance hacia el Río Mosa que tenía previsto. Rápidamente los soldados atacantes se vieron sorprendidos por los proyectiles enemigos porque medida que los tanques alemanes se aproximaron hacia Bastogne, estos ardieron por culpa de la artillería y los bazookas de los norteamericanos; al mismo tiempo que la infantería también era masacrada por las ametralladoras de los resistentes. A pesar de que el ataque alemán penetró en algunas calles de la ciudad, pronto fue rechazado tras perder los germanos tanques Panzer en el intento. Como represalia por la fiera determinación estadounidense, Bastogne recibió durante la noche un intenso bombardeo por parte de la Luftwaffe que causó numerosas bajas entre los defensores y la población civil.
Mientras la Batalla de Bastogne continuaba en todo su apogeo, también se produjeron otros sucesos en diversos sectores de las Ardenas. Por ejemplo VI Ejército Panzer siguió penetrando a través de los bosques hasta tomar Le Roche; al mismo tiempo el día 26 la 2ª División Panzer conquistaba las ciudades de Rochefort y Celles, stiuadas a muy poca distancia del Río Mosa justo antes de que los blindados agotasen el carburante. Precisamente esta última posición en Foy-Notre-Dame fue la máxima expansión alemana en las Ardenas, aproximadamente un avance de 100 kilómetros en el interior de Bélgica del que no se sobrepasaría más.
Heroicamente las tropas del I Ejército Estadounidense combatieron y clavaron sobre el terreno a la Wehrmacht en Fraiture, Manhay, Hotton, Marche, Granmenil, Houffalize, Beauring y las afueras de Dinant, siendo destruidos en la tenaz resistencia 86 tanques alemanes, 83 cañones y 280 camiones. Simultáneamente a la columna de Peiper que actuaba por su cuenta, las cosas no le fueron mejor cuando sus fuerzas fueron rodeadas en Le Gleize tras sufrir numerosas bajas; aunque gracias a su genialidad táctica, en el último instante consiguió que sus columnas abriesen una brecha al enemigo y se escabulleran para regresar nuevamente a territorio alemán, aunque dejando atrás unas pérdidas enormes de 36 tanques (15 Panther, 8 Stug, 7 King Tiger y 6 Panzer IV), 70 semiorugas Hanomag, 12 vehículos blindados SdKfz, 5 cañones antiaéreos de 20 milímetros, 1 cañón Flak 88 de 88 milímetros, 6 morteros de 120 milímetros y 888 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
Rapidísimo fue el avance de las columnas acorazadas del III Ejército Blindado del general Patton hacia Bastogne, las cuales se situaron a muy pocas horas del objetivo tras arrollar a todos los soldados y tanques alemanes que encontraron a su paso. Sin embargo, poco a poco se vieron ralentizadas en el trayecto por culpa de los ingenieros alemanes que establecieron barricadas en el terreno o volaron obstáculos y árboles para impedirles el paso; además de las emboscadas de los paracaidistas germanos que como por ejemplo en el Casería de Chaumont se cobraron 11 blindados Sherman destruidos y 65 soldados muertos. No obstante y a pesar del retraso, el golpe de efecto moral para los sitiados fue positivo porque al mediodía algunas unidades de la 101ª División Aerotransportada, al saber que Patton estaba cerca, salieron de sus escondites para luchar contra los alemanes. Gracias a este ímpetu y mientras las tropas germanas combatían a los paracaidistas, las fuerzas de Patton les fueron rodeando por el sur y les dispararon con sus tanques. Fue así, como ante la imposibilidad de resistir tal avalancha de fuego, los alemanes no tuvieron más opción que levantar el cerco y replegarse. Finalmente, a las 16:50 de la tarde, las tropas de Patton, tras avanzar por la ruta de Vaux-les-Rosières, entraron en contacto con los sitiados de Bastogne y pusieron fin al asedio.
Todavía la Batalla de Bastogne no acabó con la entrada de los blindados de Patton en la ciudad porque entre los días 27 y 30 de Diciembre de 1944 los enfrentamientos continuaron en toda el área exterior a la urbe, dándose el caso de un violento choque blindado entre 50 Panzer IV y 350 tanques estadounidenses que acabó en victoria germana tras la destrucción de 30 Sherman. Curiosamente y aunque los alemanes aguantaron bien las embestidas, la superioridad de las fuerzas norteamericanas hizo imposible que volviesen a retomar el control de la situación, ya que el desgaste de la batalla había provocado que los V, VI y VII Ejércitos Alemanes fueran reducidos a una inferioridad numérica aplastante y finalmente repelidos en todos sus avances. Por si fuera poco durante estas jornadas la aviación aliada se cebó contra las columnas alemanas destruyendo cuantiosos tanques y camiones, tanto en Bastogne como en otros sectores de las Ardenas; unas incursiones a las que también se sumaron los sabotajes de los guerrilleros de la Resistencia Belga y Luxemburguesa que contribuyeron a inmovilizar a la Wehrmacht.
Hitler desde Berlín, furioso por el fracaso de la ofensiva, ordenó la retirada general hacia la Línea Sigfrido. Ese mismo día 31 de Diciembre, fecha de Noche Vieja, los estadounidenses volvieron a recuperar el control completo del área de Bastogne y de un tercio de todas las Ardenas. Sin embargo los alemanes todavía no habían jugado todas sus cartas, ya que disponían de un plan alternativo en caso de producirse el fracaso de la «Operación Wacht am Rhein»; concretamente una misión de alto secreto bautizada como «Operación Bondenplatte».
Operación Bondenplatte (1 de Enero de 1945)
«Operación Bondenplatte (Plataforma)» era el plan que Hitler había previsto en caso de que la ofensiva en las Ardenas se viniera abajo. Mientras la Wehrmacht y las Waffen-SS excavaban trincheras en la parte oriental de las Ardenas para lanzar una futura contraofensiva, la Luftwaffe haría todo el trabajo de los soldados. Aquella operación consistía en destruir desde el aire a todas las fuerzas aéreas aliadas en las Ardenas y alrededores de Bélgica, Holanda y el norte de Francia, para luego dedicarse la Luftwaffe a liquidar sus fuerzas terrestres.
Para llevar a cabo la «Operación Bondenplatte» se habilitaron hasta 33 aeródromos en Alemania que incluyeron Bissel, Delmenhorst, Vechta, Quakenbrück, Dope, Fürstenau, Nordhorn, Twente, Plantlünne, Hopsten, Vörden, Hesepe, Achmer, Rheine, Güterssloh, Lippspringe, Paderborn, Dortmund, Bonninghardt, Düsseldorf-Lohausen, Colonia-Wahn, Ettinghausen, Merzheuasen, Nidda, Altenstadt, Rhein-Main, Zellhausen, Barbanhaussen, Gross-Ostheim, Darmstadt-Griesheim, Kirriach, Malmsheim y Sttutgart-Echterdingen. Contrariamente los 16 aeródromos aliados designados a bombardear fueron Volkel, Gilze En Rijen y Eindhoven (Holanda); Anvers-Deume, Maldeghem, Ursel, Saint Denis-Westrem, Grimbergen, Melsbroek, Asch, Evre, Saint Truiden, Saint Trond y Ophoven (Bélgica); y Étain y Metz-Frescaty (Francia).
La Noche Vieja del 31 de Diciembre de 1944, justo antes del asalto, se ordenó a los pilotos no beber alcohol, se les prohibió celebrar una fiesta para despedir el año y se les hizo ir temprano a la cama. Al amanecer del día siguiente, 1 de Enero del Nuevo Año 1945, se decretó la «Orden Hermann» que anunciaba el ataque (curiosamente el nombre fue escogido en honor a la victoria de Germania contra Roma durante la Batalla del Bosque de Teoteburgo en el 9 d.C.). Fue así como con los primeros rayos de Sol, más de 900 aviones de la Luftwaffe despegaron desde Alemania Occidental. Pocas horas después, una formidable fuerza aérea cubría los cielos de Europa rumbo a Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Los efectos contra los aeródromos enemigos serían los siguientes:
-Helmond: Aunque Volkel era el primer aeródromo que debía ser atacado por 99 cazas Focke Wulf Fw 190 a las 9:15 horas de la mañana, este escuadrón se lanzó sobre Helmond por culpa de una confusión en la navegación aérea. Desgraciadamente para la Luftwaffe la pista estaba vacía, aunque no el cielo porque los aviones alemanes fueron interceptados por cazas Spitfire y Typhoon canadienses. El resultado del combate fue una tragedia porque 27 cazas alemanes fueron derribados (15 Focke Wulf Fw 190 y 12 Messerschmitt Bf 109) con 23 pilotos que causaron baja (16 muertos y 7 prisioneros); a costa de solamente la destrucción de 4 aviones canadienses (3 Spitfire y 1 Typhoon).
-Eindhoven: Casi 300 cazas aliados se encontraban reposando en el aeródromo de Einhoven cuando a las 9:20 decenas de Messerschmitt Bf 109 y Focke Wulf Fw 190 alemanes comenzaron a soltar sus bombas, lanzar los cohetes subalares y ametrallar la pista. En poco más de tres o cuatro pasadas fueron destruidos innumerables aviones, exactamente 53 cazas y 11 bombarderos, así como la mayor parte de todas las piezas de artillería antiaérea presentes en el campo, numerosos depósitos de combustible y algunos vehículos militares. Apenas dio tiempo a intervenir a los cazas británicos, que una vez en el aire fueron abatidos con relativa facilidad por los alemanes, los cuales derribaron 7, entre ellos 4 Typhoon y 3 Spitfire; aunque en el combate el caza Messerschmitt Bf 109 del «as» Hans Ulrich Jung resultó pulverizado al enrollarse por accidente su depósito auxiliar con un cable de alta tensión. Terminada aquella primera oleada, llegó una segunda tanda de Focke Wulf Fw 190 que acabó con otros 33 cazas y 6 bombarderos aliados. Finalizado el ataque a Eindhoven, la Luftwaffe consiguió una victoria increíble al destruir 110 aviones británicos (93 cazas y 17 bombarderos) con la pérdida únicamente de 15 aparatos alemanes y 15 pilotos, entre estos 9 muertos, 1 desaparecido y 5 capturados.
-Gilze-en-Rijen: Al mismo tiempo que Eindhoven, reactores alemanes Arado Ar 234 y Messerschmitt 262 atacaron el aeropuerto de Gilze-en-Rijen. Ningún reactor alemán fue derribado, pero tampoco ningún avión en tierra destruido, salvo daños en dos Spitfire aparcados.
-Maldegem: Sobre las 9:20, aviones Focke Wulf Fw 190 guiados por bombarderos Junkers Ju 88 aparecieron sorpresivamente en el aeródromo de Maldegem volando a entre 50 y 100 metros de altitud sobre las copas de los árboles desde donde dispararon sus ametralladoras. Durante diez minutos los cazas alemanes hicieron pasadas alrededor de la base ametrallando a los aviones aparcados y al personal de tierra que inútilmente se defendió con pistolas. Fueron destruidos un total de 32 cazas Spitfire de las fuerzas aéreas de Bélgica y Canadá; a costa de 13 Focke Wulf Fw 190 germanos.
-Ursel: Simultáneamente a Maldegem, un grupo de cazas Focke Wulf Fw 190 al mando del teniente alemán Hans-Gottfried Meinhof asaltó el aeródromo de Ursel próximo a Brujas. La misión fue un éxito porque los 7 aviones aliados presentes fueron destruidos: 1 bombardero estadounidense B-17, 2 bombarderos ingleses Lancaster, 2 cazabombarderos Mosquito y 2 cazas Spitfire.
-Saint Denis-Westrem: Procedentes de Bonninghart, un escuadrón de 36 Focke Wulf Fw 190 atacó el aeródromo de Saint Denis-Westrem cercano a Gante. Durante la incursión fueron destruidos en tierra o en el aire 17 cazas Spitfire polacos libres.
-Anvers-Deume: Bombardeado por 41 cazas Messerschmitt Bf 109 procedentes de Düsseldorf y Dortmund, el aeródromo de Anvers-Deume sufrió la pérdida de 14 aviones aliados y 9 dañados. Sin embargo la advertencia previa a las baterías de artillería antiaérea permitió al personal de la base anotarse el derribo de 11 cazas alemanes, incluyendo a un «as» con 56 victorias llamado Heinrich Hackler.
-Grimbergen: Desastroso fue el ataque contra el aeródromo de Grimbergen, ya que antes de llegar a su objetivo algunos aviones alemanes fueron abatidos por los cañones navales de barcos de guerra británicos a la altura del puerto de Rotterdam y por una incursión inesperada de 60 cazas Spitfire canadienses que provocaron a los germanos la pérdida de 21 Focke Wulf Fw 190 y otros 10 más dañados con 17 pilotos dados de baja, entre estos 9 muertos y 8 prisioneros. A raíz de este revés, únicamente pudieron destruir en Gimbergen 8 aviones americano-canadienses entre 4 bombarderos B-17, 2 cazas Spitfire, 1 caza P-51 Mustang y 1 bimotor no identificado.
-Evere: A diferencia de Gimbergen, el asalto aéreo sobre Evere fue un triunfo para la Luftwaffe debido a que sus cazas volaron a baja altura sin ser vistos. El resultado fue de 79 aviones aliados destruidos, entre los que hubo 44 cazas Spitfire anglo-canadienses, 22 bimotores británicos C-47 Dakota y 13 bombarderos norteamericanos B-17 y B-24 Liberator, además de pulverizar 12 camiones, varios depósitos de combustible, algunos hangares y ser dañados otros 16 aparatos. Por su parte los alemanes perdieron 19 cazas, de los cuales 13 fueron Focke Wulf Fw 190 y 6 Messerschmitt Bf 109.
-Melsbroek: Antes de producirse el ataque contra Melsbroek, la escuadrilla alemana liderada por el comodoro Wolfang Späte se encontró con problemas durante el trayecto al ser emboscada por cazas norteamericanos P-51 Mustang y por un campo de artillería antiaérea próximo a Gorinchen. No obstante y a pesar de los inconvenientes iniciales, los aviones alemanes atacaron Melsbroek encontrando a todos los aparatos anglo-estadounidenses agrupados en una línea perfecta que facilitó su destrucción. Bastaron un par de pasadas para pulverizar 5 cazas Spitfire, 11 bombarderos Wellington y un número mayor de B-25 Mitchell, C-47 Dakota, Mosquito y Anson; lo que totalizó 35 aviones destruidos. Los germanos también sufrieron elevadas pérdidas con el derribo de 20 de sus cazas, entre estos 17 Messerschmitt Bf 109 y 3 Focke Wulf Fw 190.
-Asch: Cerca de Maastrich se situaba el aeródromo de Asch que fue bombardeado por la Luftwaffe hasta en dos ocasiones. La primera incursión terminó en desgracia para los alemanes después de que perdiesen 24 cazas Focke Wulf Fw 190 y Messerschmitt Bf 109, entre ellos los del «as» Günther Sprecht; por sólo acabar con 16 aviones enemigos, entre estos 13 cazas P-47 Thunderbolt, 2 bimotores y 1 bombardero pesado cuatrimotor. Más suerte tuvieron los alemanes en la segunda incursión porque no cosecharon ninguna pérdida y destruyeron 1 caza P-47 Thunderbolt, 1 avioneta Stinson L-1, 2 trenes y 2 camiones. Sin embargo una tercera tragedia todavía tuvo tiempo de sufrir Asch después de que se marcharan los alemanes, cuando por error las baterías antiaéreas de la base abatieron accidentalmente a varios aviones británicos que pasaron sobre la instalación.
-Saint Truiden: Si hubo un ataque frustrado durante la «Operación Bondenplatte» aquel fue el del aeródromo de Saint Truiden. Sin ni siquiera tener tiempo de acercarse a su objetivo, los alemanes fueron emboscados sobre Malmedy sufriendo una enorme cantidad de bajas. Aunque algunos de los aparatos llegaron a Saint Truiden y consiguieron dañar a numerosos aviones aliados; los alemanes tuvieron unas pérdidas elevadísimas con un total de 42 cazas derribados, entre estos 37 Focke Wulf Fw 190 y 5 Messerschmitt Bf 109, casi el 80% de los aviones participantes, además de 24 pilotos muertos, 4 heridos y 10 hechos prisioneros.
-Saint Trond: Breve fue el asalto al aeródromo de Saint Trond porque los pilotos norteamericanos tuvieron que saltar de sus cabinas y abandonar sus aviones para salir corriendo por la pista cuando aparecieron inesperadamente los Messerschmitt Bf 109 alemanes abriendo fuego con sus cañones subalares y ametralladoras, los cuales provocaron la destrucción de 10 cazas P-47 Thunderbolt norteamericanos.
-Ophoven: Fatal resultó para los alemanes la incursión al aeródromo de Ophoven porque únicamente destruyeron 18 aviones enemigos entre los que hubo 15 cazas Spitfire, 2 cazas P-47 Thunderbolt y 1 bombardero B-17, además de acabar con un cañón antiaéreo. Contrariamente la Luftwaffe perdió 27 aparatos en la incursión, de los cuales 25 fueron cazas Focke Wulf Fw 190 y Messerschmitt Bf 109 y 2 bombarderos Junkers Ju 88.
-Étain: Jamás el aeródromo de Étain fue alcanzado por los alemanes, ya que durante el camino de ida los 26 Messerschmitt Bf 109 atacantes fueron interceptados por unos cazas P-47 Thunderbolt que les dispersaron. Durante el encuentro los alemanes sufrieron el derribo de 6 aparatos y daños en otros 6 antes de que diesen la orden de retirada.
-Metz-Frescaty: Uno de los últimos aeródromos atacados fue el de Metz-Frescaty. El resultado de la incursión fue algo incierto a pesar de que los alemanes encontraron a los aviones enemigos alineados en la pista. Fueron destruidos 31 cazas norteamericanos P-47 Thunderbolt y 26 cazas alemanes Messerschmitt Bf 109.
Terminada la «Operación Bondenplatte», Alemania cosechó por un lado una gran victoria táctica, pero por otro una gran derrota estratégica. A pesar de haber destruido el doble de aparatos a los Aliados que las pérdidas propias, la Luftwaffe no tenía ninguna posibilidad de reponerlas ante la cada vez más marcada ausencia de aviones y pilotos. Las únicas consecuencias positivas para el Eje fue que durante unas semanas los Aliados pusieron menos aviones en el aire, por lo menos hasta que gracias a su potencia industrial, a mitad de Enero de 1945 volvieron a tener plena operatividad y superioridad aérea.
Durante la «Operación Bondenplatte» los Aliados perdieron 465 aviones y otros 190 sufrieron daños, así como resultar destruidos cuatro aeropuertos al completo y otros diez encajar serios desperfectos, además de ser pulverizados 48 tanques. Por el contrario Alemania perdió a 275 aviones y otros 69 fueron dañados.
El Bulge (2 – 25 de Enero de 1945)
Después de la «Operación Bondenplatte», los alemanes resistieron durante días realizando pequeñas escaramuzas a lo largo de las Ardenas sin conseguir éxitos. Mientras tanto, los norteamericanos se dedicaron a despejar la zona de rampas para las V-1 y V-2 que estaban siendo lanzadas contra Londres, Lieja y Amberes; justo al mismo tiempo de la llegada del XXX Cuerpo Británico que decantó definitivamente la balanza de la batalla en favor de los Aliados.
Manteniendo el Ejército Estadounidense la iniciativa en las Ardenas aquel mes de Enero 1945, el enfrentamiento pasó a ser conocido como la Batalla del Bulge. Los alemanes poco a poco fueron siendo empujados hacia la frontera germano-belga con elevadas pérdidas; al mismo tiempo que se veían obligados a prescindir de ciertas fuerzas como el VI Ejército Panzer del general Sepp Dietrich que tuvo que ser retirado al completo de las Ardenas para cubrir el Frente Oriental tras la ofensiva del Ejército Soviético sobre Hungría.
Algunas de las acciones más destacables que todavía protagonizó el Ejército Alemán durante la Batalla del Bulge fue cuando dos solitarios King Tiger destruyeron a 22 tanques Sherman estadounidenses entre Arloncourt y Mageret el 2 de Enero. Al día siguiente, el 3, la 12ª División SS Panzer «Hitlerjugend» pulverizó a otros 48 blindados norteamericanos en la carretera hacia Bastogne; mientras que el 4 el III Ejército Estadounidense del general George Patton sufrió uno de sus mayores reveses después de que 20 carros germanos acabaran con 16 Sherman y provocaran a sus oponentes 475 bajas entre 275 muertos y 200 prisioneros.
Bizory constituyó el último triunfo local del Ejército Alemán en la Batalla de las Ardenas cuando las 26ª y 340ª Divisiones Volksgrenadier conquistaron el pueblo tras expulsar a los norteamericanos más de 2 kilómetros de sus líneas. Sin embargo y a pesar del éxito inicial, muy pronto las tornas cambiarían con la contraofensiva del Ejército Estadounidense aquella misma jornada que acabó con la liberación de Baraque de Fraiture y Samrée. A estos logros siguió la reconquista de Bras y la ruptura a través del Desfiladero de Ondenval el 15, la caía de Houffalize el 17, el cruce del Río Sûre el 18, la ocupación de Born y Hunningen el 20, la recaptura de Saint Vith y Trois Verges el 23, la irrupción en Heinrescheid el 24, la entrada en Wallerode y Weiswampach el 25, y la conquista de Prümeberg el 27.
Comprendiendo el Eje que recuperarse del fracaso en la Batalla de las Ardenas iba a ser imposible, además de correr el riesgo de quedar sus fuerzas rodeadas antes de alcanzar el Río Rin, el Alto Mando Alemán (OKW), bajo autorización del propio Adolf Hitler, dio la orden de retirada general hacia al punto de partida inicial de la ofensiva lanzada el 16 de Diciembre del año anterior. Fue así como la mayor parte del Ejército Alemán y las Waffen-SS retrocedieron a las fronteras de 1944, aunque afortunadamente logrando salvar a la mayor parte de sus efectivos en liza.
Oficialmente 28 de Enero de 1945 el Ejército Alemán abandonó Bélgica y Luxemburgo. La Batalla de las Ardenas había terminado.
Resultado
La Batalla de las Ardenas fue el enfrentamiento más gigantesco del Frente Occidental durante la Segunda Guerra Mundial. Fuese ya a nivel de infantería, de tanques o aviones, la magnitud del encuentro fue de una intensidad impresionante; igual que lo fueron las bajas en ambos bandos. Por ejemplo Estados Unidos encajó casi las mismas pérdidas en un sólo mes que en los siete años de duración de la Guerra de Vietnam (1965-1972).
Los Aliados sufrieron un total de 102.576 bajas (98.637 estadounidenses, 3.000 belgas y 1.408 británicos) entre las que hubo 31.576 muertos (28.137 estadounidenses, 3.000 belgas y 439 británicos), 48.000 heridos (47.500 estadounidenses y 239 británicos) y 23.000 prisioneros estadounidenses. A nivel material los Aliados perdieron 1.200 tanques y 600 aviones.
Alemania sufrió 83.000 bajas entre 12.652 muertos y 70.000 heridos. Respecto al material los alemanes perdieron 600 tanques, 6.000 camiones y 500 aviones.
Tanto en uno como en otro bando las pérdidas fueron altamente elevadas en hombres y material, algo más para los Aliados. Sin embargo para los alemanes las bajas a aquellas alturas de la contienda eran irrecuperables, lo que les dejó incapacitados para proteger la orilla izquierda del Río Rin y por tanto la defensa de la frontera de su propio país. Aquella victoria de Estados Unidos, sin duda sentenciaría el Frente Occidental para siempre, la Segunda Guerra Mundial en sí y el destino de un Tercer Reich alemán que supuestamente debía haber durado 1.000 años.
Bibliografía:
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