El Desembarco de Normandía, más conocido como el «Día-D», fue uno de los acontecimientos más importantes de la Segunda Guerra Mundial. La campaña que se libró el 6 de Junio de 1944 mediante una gigantesca operación terrestre, aérea y naval bautizada con el nombre de «Operación Overlord», dejaría miles de muertos sobre tan solo unos metros de playa entre las fortificaciones del Ejército Alemán tras la «Muralla Atlántica» y las aguas del Canal de la Mancha, aunque el sacrificio de tantas videas de soldados estadounidenses, británicos y canadienses no sería en vano porque los Aliados fijarían una cabeza en Europa y abrirían el Frente Occidental, cambiando el rumbo de la Historia.
Operación Overlord
Desde la humillante retirada del Cuerpo Expedicionario Británico de Dunkerque y la caída de Francia en el verano de 1940, toda Europa Occidental había quedado bajo la órbita de Alemania, siendo desde entonces imposible cualquier intento de los Aliados por regresar al continente. No obstante y contra todo lo imaginado cuatro años atrás, ya en 1944 las cosas había variado notablemente porque las tropas del Eje se retiraban en todos los teatros de operaciones, ya fuese el Tercer Reich en el Frente del Este de la Unión Soviética o en el escenario del Mar Mediterráneo, como Japón en la distante Guerra del Pacífico. Ante este inesperado cambio de tornas en la contienda, las fuerzas militares encabezadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá tomaron la decisión que había llegado el momento de volver a suelo europeo y abrir el Frente Occidental.
Originalmente la primera vez que se habló de invadir Europa Occidental fue en 1942, aunque la idea se desechó por falta de medios y por la catastrófica incursión del Ejército Canadiense en la Batalla de Dieppe, lo que condujo a modificar la estrategia para efectuar un desembarco en el Norte de África sobre Marruecos y Argelia durante la llamada «Operación Torch» y luego sobre la Isla de Sicilia durante la «Operación Husky». Algo más tarde, ya en la Conferencia de Quebec de 1943, el Primer Ministro Winston Churchill del Reino Unido y el Presidente Franklin Delano Roosevelt de Estados Unidos se reunieron para acordar que se desembarcaría en Francia, pero antes de eso se priorizaría un desembarco al sur de Italia con el que se consiguió que dicha nación rompiera su alianza con las potencias del Eje. Sin embargo el proyecto no se materializaría hasta Noviembre de 1943, cuando los dos mandatarios norteamericano y británico pactaron con Iósif Stalin el ansiado «segundo frente» con el que aliaviarían la presión germana a la Unión Soviética en el Frente Oriental.
La elección de Francia no fue fácil porque el Primer Ministro Winston Churchill apostaba por un desembarco en los Balcanes, preferentemente Yugoslavia o Istria en el Mar Adriático, desde donde unir las fuerzas anglo-sajonas a los partisanos yugoslavos del Mariscal Josip Tito, para acto seguido avanzar juntos hacia Austria, Alemania y en último término a Berlín. El principal propósito con este proyecto era el de cortar Europa Central en dos mitades y de ese modo evitar la propagación del comunismo porque el Ejército Rojo seguramente no tendría tiempo de pasar más allá de Europa Oriental o Polonia. Sin embargo el Presidente Franklin Delano Roosevelt, bastante más desconocedor de los asuntos europeos y cuya opinión valía más por ser Estados Unidos la principal potencia patrocinadora de la causa, se decantaba más por Francia y la costa del Océano Atlántico, algo a lo que Churchill no tuvo más remedio que someterse y por tanto ponerse a buscar una nuevo zona para desembarcar, concretamente sobre un vasto perímetro que se extendía desde las costas de Noruega hasta la frontera de la neutral España. De tal cometido se encargó el almirante Lord Louis Mounbatten de la Marina Real Británica que en primer lugar se puso a descartar objetivos: el Paso de Calais por ser muy obvio debido a que estaba muy cerca de las costas de Dover en Inglaterra, Holanda por poseer intransitables canales de agua, Escandinavia por los bancos de hielo que cubrían su litoral, Bélgica por las fuertes corrientes de agua, y la Península de Bretaña por los escasos puertos disponibles para barcos de gran tonelaje. Así pues y tras excluir tantas ubicaciones, las dos únicas rutas posibles fueron la Alta Normandía entre Dieppe y El Havre, más la Baja Normandía entre Cherburgo y Caen, siendo finalmente ésta última la escogida por los Aliados.
Bajo el nombre de «Operación Overlord», la misión de invadir Normandía recayó en el general Dwith David Eisenhower como nuevo comandante en jefe de la Fuerza Expedicionaria Aliada. Apodado como «Ike», este militar norteamericano de 54 años reunió a un Estado Mayor en la Villa Southwich House de Portsmouth conformado por el mariscal del aire escocés Arthur William Tedder en calidad de vicecomandante, por el mariscal inglés Bernard Montgomery como responsable de las fuerzas de tierra, por el almirante inglés Bertram Ramsay como responsable de las fuerzas navales y por el mariscal del aire británico Strafford Leigh-Mallory como responsable de la aviación. Una vez compuesto el equipo, el plan se subdividió en la «Operación Neptune» para todo lo relacionado con el ámbito marítimo y en la «Operación Fortitude» para todo lo relacionado con las fuerzas aéreas, quedando a la vez todas las fuerzas de tierra englobadas dentro del XXIº Grupo de Ejércitos.
El despliegue para la «Operación Overlord» se efectuó de oeste a este sobre una línea de 80 kilómetros que abarcaba los siguientes cinco sectores: la «Playa Utah» y la «Playa Omaha» recaerían bajo el I Ejército Estadounidense del general Omar Nelson Bradlley; mientras que la «Playa Gold», la «Playa Juno» y la «Playa Sword» bajo el II Ejército Anglo-Canadiense del mariscal Bernanrd Montgomery. Básicamente la misión consistiría en desembarcar sobre la «Playa de Utah» al VII Cuerpo Estadounidense del general Courtney Hodges con las 4ª y 90ª Divisiones de Infantería; sobre la «Playa de Omaha» al V Cuerpo del general Leonard Gerow con la 1ª División de Infantería «Big Red One», la 29ª División de Infantería y el 2º Batallón de Rangers; sobre la «Playa Gold» al XXX Cuerpo Británico del general Gerard Bucknall con la 50ª División de Infantería «Northumbrian», la 8ª Brigada Blindada y el 47º Comando de Marines Reales; sobre la «Playa Juno» al I Cuerpo Canadiense del general Harry Crerar con la 3ª División de Infantería; y sobre la «Playa Sword» al I Cuerpo Británico del general John Crocker con la 3ª División de Infantería, la 1ª Brigada de Servicios Especiales, el 10º Comando Interaliado y el Comando Francés Libre. Como apoyo a todo este contingente estarían basados en Inglaterra el VIII Ejército del Aire Estadounidense del general James Doolittle, la 9ª Escuadra Aérea Estadounidense del general Lewis Brereton y la 2ª Escuadra Aérea Británica del mariscal John Cunningham; sin obviar el ataque previo con paracaidistas durante la noche porque la 6ª División Aerotransportada Británica del general Richard Gale saltaría al este de Caen, las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas Estadounidenses de los generales Matthew Ridgway y Maxwell Taylor harían lo mismo sobre la Península del Contentín, y la 22ª Compañía Paracaidista Autónoma Británica del general John Howard aseguraría el Puente Pegasus en el Estuario del Río Orne. A todas estas unidades habría que añadir el papel de la Resistencia Francesa cuyos partisanos se aglutinaban en las Fuerzas Francesas del Interior (FFI), además de algunos voluntarios entre la tropa y marinería de los Aliados entre los que había exiliados polacos, noruegos, holandeses, belgas y republicanos españoles, así como algunos agregados de países de la Commonwealth procedentes de Australia y Nueva Zelanda.
Aproximadamente los Aliados desplegaron 3 millones de tropas para invadir Europa, aunque en el desembarco de Normandía solo tomarían parte 156.000 hombres entre los que había 72.000 estadounidenses, 55.000 británicos, 25.000 canadienses, 3.000 australianos, 1.504 franceses libres, 1.000 noruegos, 816 holandeses, 786 polacos, 155 griegos y 13 neozelandeses. A nivel material se emplearían 300 tanques acuáticos del modelo Sherman DD y 2.583 camiones anfibios DUKW; mientras que como soporte aéreo a 12.000 aviones entre los que había transportes C-47 Dakota y planeadores Horsa y Glider escoltados por cazas P-51 Mustang, P-47 Thunderbolt, P-38 Lightning, Typhoon y Spitfires, más bombarderos de apoyo B-17, B-25 Mitchell, B-26 Marauder y Avro Lancaster. Respecto a la Flota Aliada se reunieron un total de 6.939 barcos distribuidos en 8 acorazados, 27 cruceros, 221 destructores, 2 submarinos, 495 patrulleros, 58 cazasubmarinos , 4 dragaminas, 2 monitores, 2 cañoneros, 1 fragata, 2 cargueros armados, 864 mercantes, 736 buques auxiliares, 4.126 transportes o barcazas de desembarco (1.485 de personal LCA o LCVP, 873 de carros LCT, 486 de vehículos LCM, 247 de infantes LCI y 1.035 de otros modelos) y 388 embarcaciones de otros tipos como gabarras, remolcadores, corbetas, etcétera.
Gracias a que toda la industria de Estados Unidos y Canadá se puso al servicio del Día-D, pudieron construirse ingenios con los que albergar las casi 2 millones de toneladas de vituallas necesarios, como por ejemplo los puertos artificiales «Mulberries» que se desplegarían cerca de las ciudades costeras de Arromanches y Saint-Laurent. También se fabricaron rompeolas móviles que pudieran ser transportados por vía marítima, así como un novedoso oleoducto acuático en forma de cable flexible llamado «Pluto» por el que se bombearía petróleo desde Inglaterra a Francia (curiosamente la estación de bombeo se camufló como una fábrica de helados y sus tuberías tendrían 130 kilómetros). A raíz de esta enorme cantidad de material acumulado en Inglaterra el Primer Ministro Winston Churchill llegó a decir: «Si Ias Islas Británicas no se hunden por el peso eso es gracias a los globos cautivos». De hecho la mayor parte de los suministros bélico y las tropas invasoras se concentraron en los puertos de Dover, Plymouth, Portsmouth y Southampton, aunque en menor medida también los de Harwich, Liverpool, Eastbourne, Falmouth, Cornualles, Belfast, Clyde y Scapa Flow en las Islas Orcadas. Igual de útiles fueron los 133 aeropuertos y pistas tendidas a toda prisa por los mejores ingenieros y expertos en logística venidos de Texas, California y Arkansas; o los acuartelamientos y campos de entrenamiento, a veces muy parecidos a la orografía francesa, que se ubicaron en Oxford, Reading, Exeter, Wiltsh, Sussex, Dorset, Devon, Birmingham y Nottingham, de cuyos recintos los soldados no podían alejarse más que a los restaurantes, bares o pubs de la zona (para no levantar las sospechas del espionaje).
El espionaje tuvo un papel esencial en el Día-D porque los Aliados hicieron creer a Adolf Hitler que el desembarco tendría lugar en el Paso de Calais y no en Normandía. Las razones por las cuales el Führer terminó siendo engañado fueron diversas como por ejemplo el organizar un «ejército fantasma» puesto al mando del general George Patton que llegó a contar con tanques hinchables y supuestas divisiones que en realidad no existían (lo que confundió al reconocimiento aéreo). También se causó un desconcierto todavía mayor emitiendo una actividad radiofónica más intensa de lo normal en el condado de Kent, sin obviar con que el espía español Joan Puyol, apodado «Garbo» y que encima era un agente doble, convenció al propio de Hitler que la operación anfibia sería en Calais. A estos factores que desorientaron a los alemanes de igual modo contribuyó que la aviación anglo-estadounidense solía bombardear objetivos muy alejados de Normandía porque durante los meses previos se lanzaron mortíferas incursiones sobre Le Mans, Angers, Saumur, Tours, Vierzon, Orlènas, Arpajon, Trappes, París, Pontoise, Rouen, Amiens, Creils, Meaux, Fargniers, Laon, Reims, Mézières, Hirson, Le Cateau, Leval, Mons, Cambrai, Lille, Arras, Boulogne, Metz, Chaumont, Belfort, Epinal, Estrasburgo, Sarreguemines, Courtrai, Brujas, Gante, Malines, Bruselas, Charleroi, Lieja, Lovaina, Hasselt, Amberes, Luxemburgo, Colonia, Aquisgrán, Bitburg y Treveris.
Curiosamente antes del Día-D se produjeron ciertos incidentes e infortunios que hicieron pensar a los Aliados que el plan había sido descubierto por el Eje. Por ejemplo uno de los más sorprendentes fueron los crucigramas del periódico británico Daily Telegraph que publicaban los profesores Leonard Sidney y Melville Jones, quienes fruto de la casualidad formaron palabras como «Omaha», «Utah», «Overlord» y «Mulberry». Similar episodio tuvo lugar cuando una ráfaga de viento hizo volar doce papeles del Ministerio de la Guerra en Londres que se esparcieron por la calle hasta que los funcionarios bajaron a toda prisa y en última instancia pudieron recogerlos (aunque sin cerciorarse de que nadie los hubiese leído). También un oficial despistado se dejó en un maletín en un tren con los documentos del desembarco de Normandía; mientras que en Estados Unidos un policía de Chicago se encontró un paquete sobre la «Operación Overlord» destinado al Pentágono debido a que el remitente por error lo envió a la dirección de su hermana y no al revés (recibiendo el Estado Mayor de Washington el paquete equivocado de la chica).
A pesar de que la «Operación Overlord se fijó para el 15 de Mayo de 1944, la crecida de las mareas y las escasas horas de luz en los días próximos obligó a los Aliados a su cancelación según las recomendaciones del Departamento de Metereología al mando del capitán James Stagg. A partir de entonces se llegó a la conclusión de que las únicas fechas disponibles con buen tiempo eran las jornadas del 5, 6 y 7 de Junio, o bien ya más adelante las del 19, 20 y 21 de Junio. Aunque finalmente el Estado Mayor se decantó por el 5 de Junio, una inesperada lluvia forzó también a su cancelación, algo que provocó una decaída de la moral debido a que los soldados esperaban embarcados mientras sufrían los nervios previos al combate estando completamente mojados y calados hasta los huesos. Afortunadamente al atardecer de ese día, un último parte meteorológico informó una mejoría de las condiciones climáticas para el 6 de Junio que incluiría nubes menos de 5/10, base 600-1.000 metros, vientos reducidos y nubosidad creciente a 8/10-10/10. Como ya no había marcha atrás, el general Dwith Eisenhower anunció «¡salimos!».
Justo antes de comenzar la movilización para el Día-D, el general Dwith Eisenhower se entrevistó con el general Charles De Gaulle, representante de la Francia Libre, con quién curiosamente mantuvo una tensa discusión debido a que el galo recriminó al norteamericano haber entregado a las tropas estadounidenses y británicas dinero en francos para poder malgastar en Francia. Después de aquel breve encuentro, Eisenhower se desplazó hasta uno de los aeródromos de los paracaidistas norteamericanos que iban a saltar esa misma noche, a quienes se sorprendió de ver pintados y el un pelo rapado con cresta a modo de indios mohicanos. Sorprendentemente cuando el general les preguntó por su peculiar peinado, estos respondieron «Queremos actuar rápido, mi general. Tenemos prisa por volver a casa», a lo que Eisenhower les contestó «también yo tengo prisa».
Al caer la tarde del 5 de Junio de 1944, desde los puertos de Southampton, Dover, Portsmouth y Plymouth zarparon miles de buques de la majestuosa Flota Aliada que pronto surcaron el Canal de Mancha entre las costas del sur de Inglaterra y el norte de Francia. Se trataba de cientos de cruceros, destructores y barco de escolta, acompañados por miles de transportes, lanchas y todo tipo de embarcaciones cargadas con decenas de millares de soldados, sin contar con un manto de aviones que cubrían el cielo. Aquella gigantesca fuerza de invasión que enfiló directa hacia Normandía, pronto recibió un comunicado de su comandante supremo, el general Dwith Eisenhower, que transmitió el siguiente mensaje:
¡Soldados, marinos y aviadores de la Fuerza Expedicionaria Aliada!
Estáis a punto de embarcaros en la Gran Cruzada, por la que hemos gastado nuestras fuerzas durante todos estos meses. Los ojos del mundo están puestos sobre nosotros. Las esperanzas y las plegarias de las gentes amantes de la libertad en todo el mundo marchan sobre nosotros. En compañía de nuestros valientes aliados y nuestros hermanos de armas en otros Frentes, vamos a conseguir la destrucción de la máquina de guerra alemana, la eliminación de la tiranía nazi sobre los pueblos oprimidos de Europa, y la seguridad para todos nosotros en un mundo libre.
Vuestra tarea no será fácil. Vuestro enemigo esta bien entrenado, bien equipado y curtido en el combate. Luchara de forma despiadada.
Pero esto es 1944. Muchas cosas han ocurrido desde los triunfos nazis de 1940-1941. Las Naciones Unidas han infligido a los alemanes grandes derrotas, en combate abierto, hombre a hombre. Nuestra ofensiva aérea ha reducido seriamente su fuerza en el aire y su capacidad para continuar la guerra en tierra. Nuestros frentes en casa nos han dado una superioridad abrumadora en armas y municiones de guerra y han puesto a nuestra disposición grandes reservas de hombres entrenados. ¡La marea ha cambiado! ¡Los hombres libres del mundo marchan juntos hacia la Victoria!.
Tengo plena confianza en vuestro valor, devoción por el deber y pericia en combate. ¡No aceptaremos otra cosa que no sea la victoria total!.
Buena suerte, e imploremos a Dios Todopoderoso que nos bendiga en esta gran y noble empresa.
Dwith Eisenhower.
XXIº Grupo de Ejércitos Aliados:
I Ejército Estadounidense
·VII Cuerpo Estadounidense
-4ª División de Infantería Estadounidense
-90ª División de Infantería Estadounidense
·V Cuerpo Estadounidense
-1ª División de Infantería Estadounidense «Big Red One»
-29ª División de Infantería Estadounidense
-2º Batallón de Rangers Estadounidense
·82ª División Aerotransportada Estadounidense
·101ª División Aerotransportada Estadounidense
II Ejército Británico-Candiense
·XXX Cuerpo Británico
-50ª División de Infantería Británica «Northumbrian»
-8ª Brigada Blindada Británica
-47º Comando de Marines Reales
·I Cuerpo Canadiense
-3ª División de Infantería Canadiense
·I Cuerpo Británico
-3ª División de Infantería Británica
-Comando Francés Libre
·6ª División Aerotransportada Británica
·22ª Compañía Paracaidista Autónoma Británica
Flota Aliada (1ª línea):
-8 Acorazados: USS Arkansas (EEUU), HMS Centurion (Reino Unido), USS Nevada (EEUU), HMS Nelson (Reino Unido), HMS Ramillies (Reino Unido), HMS Rodney (Reino Unido), USS Texas (EEUU) y HMS Warpsite (Reino Unido).
-27 Cruceros: USS Augusta (EEUU), HMS Argonaut (Reino Unido), HMS Ajax (Reino Unido), HMS Arethusa (Reino Unido), HMS Belfast, (Reino nido), HMS Bellona (Reino Unido), HMS Black Prince (Reino Unido), HMS Capetown (Reino Unido), HMS Ceres (Reino Unido), HMS Danae (Reino Unido), HMS Diadem (Reino Unido), ORP Dragon (Polonia Libre), HMS Durban (Reino Unido), HMS Emerald (Reino Unido), HMS Enterprise (Reino Unido), HMS Frobisher (Reino Unido), Georges Leygues (Francia Libre), HMS Glasgow (Reino Unido), HMS Hawkings (Reino Unido), HMS Mauritus (Reino Unido), Montcalm (Francia Libre), HMS Orion (Reino Unido), USS Quincy (EEUU), HMS Scylla (Reino Unido), HMS Sirius (Reino Unido), HNMLS Sumatra (Holanda Libre) y USS Tuscaloosa (EEUU).
-62 Destructores: HMCS Algonin (Canadá), USS Amesbury (EEUU), USS Baldwin (EEUUU), USS Barton (EEUU), HMS Bleasdale (Reino Unido), HMS Boadicea (Reino Unido), HMCS Cape Breton (Canadá), USS Carmick (EEUU), HMS Cattistock (Reino Unido), HMCS Chaudiere (Canadá), USS Corry (EEUU), HMS Cottesmore (Reino Unido), USS Doyle (EEUU), HMS Eglinton (Reino Unido), HMS Faulknor (Reino Unido), USS Frankford (EEUU), HMS Fury (Reino Unido), HNOMS Glaisdale (Noruega Libre), HMS Grenville (Reino Unido), USS Harding (EEUU), USS Hobson (EEUU), HMS Jervis (Reino Unido), HMS Kelvin (Reino Unido), HMS Kempenfelt (Reino Unido), HMCS Kitchener (Canadá), RHN Kriezis (Grecia Libre), ORP Krakowiak (Polonia Libre), La Combattante (Francia Libre), USS Laffey (EEUU), USS McCook (EEUU), HMS Melbreak (Reino Unido), HMS Middleton (Reino Unido), USS Murphy (EEUU), USS O’Brien (EEUU), HMS Pytchley (Reino Unido), USS Satterlee (EEUU), HMS Saumarez (Reino Unido), HMS Scorpion (Reino Unido), HMS Scourge (Reino Unido), HMS Serapis (Reino Unido), HMCS Sioux (Canadá), ORP Slazak (Polonia Libre), HMS Stevenstone (Reino Unido), HNOMS Stord (Noruega Libre), HNOMS Svenner (Noruega Libre), HMS Swift (Reino Unido), RHN Tobazis (Grecia Libre), HMS Tanatside (Reino Unido), USS Thompson (EEUU), HMS Ulster (Reino Unido), HMS Ulysses (Reino Unido), HMS Undaunted (Reino Unido), HMS Undine (Reino Unido), HMS Urania (Reino Unido), HMS Urchin (Reino Unido), HMS Ursa (Reino Unido), HMS Venus (Reino Unido), HMS Venus (Reino Unido), HMS Verulam (Reino Unido), HMS Vigilant (Reino Unido), HMS Virago (Reino Unido) y HMS Whimbrel (Reino Unido).
-1 Dragaminas: HMCS Cowichan (Canadá)
-1 Fragata: HMS Lawford (Reino Unido)
-1 Cazasubmarinos: USS PC-1621 (EEUU)
-2 Monitores: HMS Erebus (Reino Unido) y HMS Roberts (Reino Unido).
-2 Cañoneros: HNLMS Flores (Holanda Libre) y HNLMS Soemba (Holanda Libre).
-1 Patrullero: HNOMS Nordkapp (Noruega Libre)
-2 Cargueros Armados: USS Bayfield (EEUU) y USS Charles Carrol (EEUUU).
La «Muralla Atlántica»
La «Muralla Atlántica» era una inmensa línea de fortificaciones de costa erigida por el Tercer Reich que se extendía desde el Cabo Norte en Noruega hasta el Golfo de Vizcaya al sur de Francia junto a la neutral frontera con España. Según este inmenso perímetro que el Ministro de Propaganda Josepf Goebbles había definido con el término de «barrera infranqueable», se podría contener una invasión enemiga procedente de Inglaterra. Sin embargo y pese al prodigioso trabajo de ingeniería que tal obra supuso, unos sectores estaban mejor protegidos que otros, especialmente el Paso de Calais por ser el lugar en donde Adolf Hitler pensaba que iba a producirse el Día-D. Contrariamente el mariscal Erwin Rommel, responsable del Frente Occidental y antiguo jefe del mítico Afrika Korps al que apodaban el «Zorro del Desierto», estaba convencido de que la zona del desembarco serían las playas Normandía.
El buen criterio del mariscal Erwin Rommel a la hora de insistir en que el Día-D tendría lugar sobre Normandía, no era compartido por Adolf Hitler que defendía que la invasión se produciría por el Paso de Calais. Lógicamente la visión del Führer se impuso porque la mayor parte de las tropas y divisiones acorazadas, incluyendo las rampas para los misiles V-1, fueron trasladados a la costa franco-belga con el Mar del Norte, mientras que las regiones normandas quedaron en un segundo plano pese a los toques de atención del «Zorro del Desierto», al que no solo habían nombrado inspector técnico, sino líder del Grupo de Ejército B en Francia con sede en el Castillo de Fontaineblau. Por suerte para él, su superior más directo, el general Gerd Von Rundest en calidad de comandante en jefe del Frente Occidental, tampoco descuidó Normandía cuando escuchó de Rommel la siguiente advertencia: «El desembarco se resolverá en la playa, y será el día más largo de toda la guerra».
La «Atlantikwall» o «Muralla Atlántica» poseía en Normandía y sobre diversos puntos de la costas del norte de Francia alrededor de 10.000 fortificaciones, en algunos tramos interconectadas por un muro de hormigón vertical e infinidad de búnkers, líneas de trincheras, 170 baterías costeras blindadas de acero, emplazamientos de artillería con cañones de 88 milímetros y morteros, nidos de ametralladoras con automáticas MG-42 y en muy contadas ocasiones raíles con trenes blindados Leopold. Justo por delante de este perímetro se extendían kilómetros de alambre de espino, un campo minado de 6 millones de artefactos y caballos de frisia de hierro para impedir el paso de vehículos, así como otros obstáculos como troncos, 4.500 estacas de cemento, 4.700 estacas de madera antilancha clavadas en la arena, zanjas anticarro, montículos de piedras o guijarros, e incluso 11.000 minas atadas a palos que los alemanes bautizaron «espárragos de Rommel». De hecho el propio mariscal Erwin Rommel inventó numerosos ingenios que fueron instalados sobre la costa como por ejemplo las 5.000 hormigoneras de tiro organizadas en tetraedos, las 2,400 «verjas belgas» que soldaban vías ferroviarias, las 16.000 barras de hierro sumergidas bajo el agua para desgarrar la panza de las barcazas o 7.000 minas de porcelana que solían ser más baratas de fabricar. Ni siquiera faltaron las trampas orientadas a dificultar el salto de paracaidistas, pues se inundaron numerosas zonas llanas, especialmente los accesos entre el departamento normando y la Península del Contentín.
El Eje desplegó a un total de 50.350 efectivos, de los cuales 41.000 eran tropas nativas de Alemania y algo más de 8.000 extranjeros, el equivalente a 1/6 que procedían de lugares muy dispares por ser voluntarios de Rusia, Ucrania, Polonia, Georgia, Kazhakistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguizistán, Corea, China o Japón. Agrupados en VII Ejército del general Friedrich Dollaman y más concretamente en el LXXXIV Cuerpo del general Erich Marcks, las unidades del sector más occidental al más oriental fueron las siguientes: en la «Playa de Utah» la 709ª División de Costa del general Karl Wilhelm Von Schilieben con 12.320 hombres repartidos en los 729º, 739º y 919 Regimientos de Granaderos, el 1.709º Regimiento de Artillería, los 709º Batallones Anticarro, de Ingenieros y de Transmisiones, los 461º, 795º y 797º Batallones de Infantería Georgianos, el 561º Batallón de Infantería Ruso Blanco y el 635º Batallón de Infantería Ruso-Polaco; en la «Playa de Omaha» la 352ª División de Infantería del general Dietrich Kraiss con 12.000 combatientes distribuidos en los 914º, 915º y 916º Regimientos de Granaderos, en el 726º Regimiento de Infantería, en el 352º Regimiento de Artillería, en los Batallones de Fusileros e Ingenieros, y en el Batallón de Infantería Oriental (con voluntarios coreanos, japoneses y chinos); y en la «Playa de Gold», la «Playa de Juno» y la «Playa de Sword» la 716ª División de Costa del general Wilhelm Ritcher con 8.000 soldados integrados en los 716º y 736º Regimientos de Granaderos, el 1.716º Regimiento de Artillería, los 716º Batallones de Fusileros, Ingenieros y Transmisiones, los 439º, 441º y 642º Batallones de Infantería Rusos Blancos y la Legión de Infantería Turkestana (con voluntarios turcomanos de Asia Central). A estas fuerzas, las restantes fueron un conglomerado de unidades auxiliares a retaguardia entre las que había numerosos veteranos del Ejército Alemán (Wehrmacht) como por ejemplo elementos de la 21ª División Panzer del general Edgard Feuchtinger acampados al sur de la ciudad de Caen, así como niños de las Juventudes Hitlerianas, personal armado de marinería perteneciente a la Marina de Guerra Alemana (Kriegsmarine) y los fascistas galos de la Milicia Francesa que apoyaban la Francia de Vichy, sin obviar la 91ª División Aérea de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe).
VII Ejército Alemán:
LXXXIV Cuerpo
·709ª División de Costa
-729º Regimiento de Granaderos
-739º Regimiento de Granaderos
-919º Regimiento de Granaderos
-1.709º Regimiento de Artillería
-709º Batallón Anticarro
-709º Batallón de Ingenieros
-709º Batallón de Transmisiones
-461º Batallón de Infantería Georgiano
-795º Batallón de Infantería Georgiano
-797º Batallón de Infantería Georgiano
-561º Batallón de Infantería Ruso Blanco
-635º Batallón de Infantería Ruso-Polaco
·352ª División de Infantería
-914º Regimiento de Granaderos
-915º Regimiento de Granaderos
-916º Regimiento de Granaderos
-726º Regimiento de Infantería
-352º Regimiento de Artillería
-352º Batallón de Fusileros
-352º Batallón de Ingenieros
-Batallón de Infantería Oriental
·716ª División de Costa
-716º Regimiento de Granaderos
-736º Regimiento de Granaderos
-1.716º Regimiento de Artillería
-716º Batallón de Fusileros
-716º Batallón de Ingenieros
-716º Batallón de Transmisiones
-439º Batallón de Infantería Ruso Blanco
-441º Batallón de Infantería Ruso Blanco
-642º Batallón de Infantería Ruso Blanco
-Legión de Infantería Turkestana
·Reserva
-21ª División Panzer
-91ª División Aérea
-Personal de la Kriegsmarine
-Juventudes Hitlerianas
-Milicia Francesa de Vichy
Veinticuatro horas antes del Día-D, el 5 de Junio de 1944, tendrían lugar una serie de casualidades y fatalidades que afectarían negativamente al desarrollo de la batalla que iba a librar el Ejército Alemán. Por ejemplo la esposa del mariscal Erwin Rommel, Lucy Rommel, cumplía años el 6 de Junio, por lo que el principal encargado de la defensa no estaría presente la jornada del desembarco por hallarse en la ciudad de Herrlingen en Alemania, regalando a su mujer unos zapatos de antílope confeccionados a mano por la prestigiosa zapatería Faubourg Saint-Honoré de París. Como sustituto en el Estado Mayor de Francia estuvo el general Gerd Von Rundest, quién pensando que no se materializaría ninguna invasión por culpa del mal tiempo, no emitió ninguna orden de decretar el «estado de alarma». Ni tan siquiera la Fuerza Aérea Alemana efectuó reconocimiento alguno e incluso redujo sus escuadrillas de aparatos en el sector de 140 aviones a 36 porque unos días antes la mayoría fueron enviados al Frente Oriental de la Unión Soviética. Incluso la Inteligencia Militar (Abwehr) liderada por el almirante Wilhelm Canaris ignoró las claves obtenidas a través del soplo de un traidor de la Resistencia Francesa, ya que durante el anochecer los guerrilleros se comunicaron con Londres emitiendo los siguientes mensajes en forma de versos del famoso poeta Pail Verlaine que decían: «Les sanglots longs / des violons / de l’automne / blessent mon coeur / d’une langueur / monotone (Los largos sollozos / de los violines / de otoño / hieren mi corazón / con languidez / monótona)». De hecho el único oficial competente que permaneció en su puesto aquella noche del 5 al 6 de Junio fue el general Werner Pluskat que lideraba la 352ª División de Infantería, así como su fiel perro, vigilando junto a sus hombres el litoral de la «Playa de Omaha», precisamente donde recaería el mayor peso de la «Operación Overlord».
Día D
A las 00:03 horas de la medianoche del 5 al 6 de Junio de 1944, cinco planeadores británicos Horsa que iban unidos por cuerdas a bombarderos Lancaster se descolgaron en pleno vuelo por encima del Canal de Caen sobre el Estuario del Río Orne. Con velocidad y sin ser detectados por los guardias germanos en la zona, los aparatos descendieron sigilosamente cortando el viento hasta aterrizar a una distancia entre 20 y 40 metros del Puente Pegasus. Una vez los planeadores quedaron incrustados en el suelo, descendieron los comandos de la 22ª Compañía Autónoma Paracaidista, quienes al mando del comandante John Howard, atacaron la estructura metálica tras sorprender a unos centinelas totalmente desprevenidos, muriendo al primer disparo un guardia germano y el teniente inglés Herman Brotheridge, ambos las primeras víctimas mortales del Día-D. Acto seguido se desató un tiroteo entre los pilares de la pasarela que se resolvió en poco menos de un minuto porque los comandos aseguraron la infraestructura, rindieron a la guarnición y establecieron su puesto de mando en el Cafe Gondrée (primera casa liberada en Francia). Simultáneamente otros tres planeadores tomaron tierra a unos 200 metros de distancia y se hicieron con el módulo giratorio del Puente de Ranville a un bajo coste de 16 bajas entre 2 muertos y 14 heridos. De este modo, ya con el Puente Pegasus en manos británicas, los comandos tendrían que permanecer en el Río Orne a la espera de ser relevados por el grueso de invasión que por la mañana desembarcaría en la «Playa de Sword».
En torno a las 00:10 horas de la noche, paracaidistas del Ejército Estadounidense saltaron sobre la Península del Contentín para señalizar el posterior aterrizaje de las 81ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas, exactamente igual que hicieron otros paracaidistas del Ejército Británico junto al Río Orne para recibir a la 6ª División Aerotransportada. Mientras todo eso ocurría, oleadas de cuatrimotores Lancaster bombardearon las posiciones y defensas germanas desde la ciudad de Cherburgo hasta Caen, sufriendo esta última una tormenta de fuego y acero porque recibió un total de 11.912 toneladas de explosivo en racimos de bombas que causaron miles de muertos y una devastación absoluta. Al mismo tiempo, los guerrilleros de la Resistencia Francesa entraron en acción sobre diversos puntos del interior, ya fuese cortando los cables de postes telefónicos o dinamitando algunas vías férreas que provocaron el descarrilamiento de unos pocos trenes al Ejército Alemán.
Superada la medianoche del 6 de Junio, desde Gran Bretaña hicieron su aparición en el Canal de la Mancha una formación de 822 aviones de transportes C-47 Dakota y 520 planeadores Horsa que contenían a los 13.100 paracaidistas estadounidenses con 14 cañones de 75 milímetros y 389 toneladas de suministros, dispuestos a ser soltados sobre los diferentes objetivos en Normandía. Curiosamente y como maniobra de distracción, en el extremo oriental de la provincia, muy cerca de la zona de salto británica en las inmediaciones de Caén, un escuadrón de 40 bombarderos Halifax, Stirling y Hudson inició la «Operación Titanic» mediante el lanzamiento en paracaídas a 450 muñecos de goma llamados «Ruperto» que explosionaban con petardos al tocar el suelo, de los cuales 200 cayeron en el Sena-Marítimo, 200 en Marigny y 50 en Calvados. Gracias a esta estratagema y a un grupo de doce comandos adelantados que con equipo de megafonías que simularon falsos ecos de batalla (ocho de ellos morirían el Día-D), se pudo confundir a los alemanes al hacerles creer que los saltos principales tendrían lugar en aquella área, por lo que trasladaron a ese punto a una guarnición antiaérea entera y a un batallón de infantería.
A la 1:20 horas las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas empezaron a sobrevolar la Península del Contentín, siendo sus aviones iluminados por decenas de focos proyectores que iluminaron el cielo y recibidos por un despiadado fuego de las baterías antiaéreas del Ejército Alemán. Lo que sucedió a continuación fue una masacre porque muchos de los transportes C-47 Dakota se partieron en pleno vuelo, cayéndose muchos de los paracaidistas hasta estamparse contra el suelo y muchos otros quedando atrapados en los aparatos ardiendo que se precipitaron hacia tierra. Antes de que la matanza fuera a más los oficiales dieron la orden de salto al grito de «¡go, go!», por lo que miles de paracaidistas abandonaron sus aviones con 40 kilogramos de peso y una bolsa atada bajo sus pies que llevaba un extra de 25 kilogramos con diverso material como lámparas y luces para señalizar la zona de aterrizaje. Lamentablemente muchos murieron alcanzados por las balas de fusil mientras descendían con sus campanas abiertas o estrellándose debido a que su paracaídas no se abrieron. Una vez tocaron la superficie tampoco las cosas fueron sencillas porque los germanos que les esperaban les abatieron a balazos, sin obviar con que otros se ahogaron al caer en el agua de un pantano y se quedaron atrapados entre los ramajes de los bosques normandos o los tejados de las localidades adyacentes. Ni siquiera los planeadores tuvieron suerte porque un buen puñado capotó y se hundió en las marismas inundadas, además de aterrizar casi todos desperdigados y sus tripulantes desorientados. A todos estos inconvenientes hubo que añadir la confusión reinante porque nadie sabía dónde se encontraba, la dispersión de unas unidades con otras era absoluta y encima uno de los juguetes que se había entregado a los combatientes que imitaba el sonido de rana para comunicarse en la oscuridad fue capturado por un centinela germano, el cual los alemanes lo utilizaron para atraer a numerosos norteamericanos a una trampa y darles caza.
Los derribos de aviones norteamericanos la noche del Día-D se contabilizaron en 42 transportes C-47 Dakota, sin contar los 159 que se marcharon dañados hacia Inglaterra. De igual manera se quebraron infinidad de planeadores Horsa al tomar tierra, matándose en el impacto decenas de soldados, incluyendo el general Don Pratt al estrellarse cerca de Hiesville. Entre los ejemplos más desastrosos estuvo el salto y aterrizaje de 575 soldados en los Puentes de Le Port junto al Canal de Carentán-Taute, pues en la misión por tomar la pasarela de 100 metros de madera los norteamericanos fracasaron estrepitosamente al encajar 168 bajas entre 93 muertos y 75 prisioneros. En la mayoría de los casos nadie completó sus objetivos, pese a que en algunas ocasiones estuvieron a punto, como fue el asalto contra Neuville Au Plain que dos compañías paracaidistas tomaron y retuvieron algunas horas hasta recibieron un contraataque alemán que las desalojó, muriendo en el repliegue 28 estadounidenses; o en Saint Côme, donde el único paracaidista superviviente que se deslizó sobre el tejado de la iglesia, el cabo Joseph Beyrle, fue hecho prisionero para meses después fugarse de un campo de internamiento en la Europa del Este y alistarse en el Ejército Rojo, en cuyas filas combatió hasta 1945. Algo más de suerte tuvieron algunas unidades dispersas como los 150 soldados que aseguraron la Esclusa de La Barquette, así como los que tomaron Chef du Pont sobre el Río Merderet o la batería abandonada de San Martin de Varreville.
Solamente un 10% de los paracaidistas de las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas aterrizaron en el lugar correcto, pues los restantes cayeron dependiendo del caso a entre 8 y 40 kilómetros del punto de aterrizaje, volviéndose únicamente 44 a Inglaterra (35 por heridas y 9 por cobardía). Lo peor con diferencia sucedió en la aldea de Saint Mère-Église al poco de producirse el salto por error de la Compañía F perteneciente a la 82ª División Aerotransportada, ya que a causa de un incendio esa noche los alemanes estaban en alerta y todo el pueblo estaba iluminado. Así fue como a medida que descendían los norteamericanos, los germanos los acribillaron a balazos desde plaza, muriendo todos ellos, incluyendo una docena que quedó colgado de los árboles, un individuo que se deslizó por la superficie inclinada de una iglesia y otro que se abrasó en las llamas de una vivienda incendiada. Tan sólo sobrevivió un paracaidista, el soldado John Steele, quién se hizo pasar por muerto y paso inadvertido tras permanecer colgando su paracaídas en la torre del campanario del pueblo hasta que fue liberado horas más tarde (quedaría medio sordo por el repicar de las campanas).
Bastante distintos transcurrieron los saltos de los 8.000 soldados de la 6ª División Aerotransportada y otros tantos a bordo de 355 planeadores Horsa. La misión consistía en destruir los puentes que conectaban con el este de Normandía para evitar que al amanecer el enemigo efectuase un contraataque de flanco con la 21ª División Panzer. De este modo fue como al tomar tierra los paracaidistas ingleses que descendieron cerca del Río Dives, en un par de horas volaron el Puente de Bures tras destruir seis vehículos blindados ligeros con dos lanzagranadas PIAT; así como el Puente de Troarn que alcanzaron y echaron abajo con explosivo un grupo de ocho hombres a bordo de un jeep que se infiltró en las líneas alemanas mientras un soldado no dejaba de disparar desde el remolque trasero (hasta que se cayó y fue capturado). Más complicado lo tuvieron los paracaidistas canadienses porque sufrieron bastantes bajas en los combates, aunque al final se impusieron y derrumbaron los Puentes de Varaville y Robehome sobre el Río Divette.
Alrededor de las 3:00 horas de la madrugada, saltaron los últimos paracaidistas de las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas sobre la Península del Contentín y de la 6ª División Aerotransportada sobre Caen, mientras la aviación anglo-estadounidense no dejaba de bombardear las líneas de ferrocarril y nudos de comunicación sobre toda Normandía. Aunque a aquella horas de la noche ya se había dado la voz de alarma en el cuartel general se Saint-Lô, ni los mandos responsables del Frente Occidental en París ni tampoco los del Ejército Alemán en Berlín reaccionaron a los movimientos previos de los Aliados. De hecho en esos mismos instantes la Flota Aliada que transportaba al XXIº Grupo de Ejércitos, echó el ancla a entre 11 y 15 millas náuticas de la costa normanda, mientras los transportes se separaban de las naves nodriza y las primeras tropas empezaban a embarcar en las lanchas LST, LVT y LCT. En medio de aquel proceso, un grupo de soldados norteamericanos al mando del sargento John Zanders desembarcaron en el vacío Islote de Saint Marcouf, asegurando el enclave delante del litoral normando, pero encajando 19 bajas por las minas y las trampas explosivas, entre éstas dos muertos.
A las 3:35 horas, los guardias de la 716ª División Alemana por fin localizaron a los comandos británicos del comandante John Howard en el Puente Pegasus sobre el Río Orne, por lo que inmediatamente informaron de su presencia a un destacamento próximo de la 21ª División Panzer que se acercó con una columna de tanques, cuya vanguardia en seguida detuvo el avance después de que un carro Panzer fuese destruido por un arma anticarro PIAT de un comando inglés, haciendo que el resto retrocediese al creer erróneamente que se enfrentaban a una fuerza mucho mayor, pero también al comprobar que los ingleses disponían de un cañón alemán de 50 milímetros que habían capturado y puesto en servicio contra ellos mismos. A no mucha distancia del Río Orne, sobre las 3:50, los paracaidistas británicos de la 6ª División Aerotransportada ocuparon la ciudad de Rainville tras reducir a los últimos defensores germanos y de paso limpiaron todo el terreno adyacente, desactivando las tramas explosivas y retirando las estacas de los campos de cultivo para poder recibir refuerzos aéreos una vez amaneciese.
Otro de los éxitos de la 6ª División Aerotransportada fue el asalto a la Batería de Merville que protagonizaron 170 paracaidistas al mando del teniente coronel Terence Otway (pese a que la fuerza atacante debía haber sido de 750 con un cañón anticarro, algunos jeeps y varios moretos), pero para desgracia de los británicos los seis planeadores Horsa aterrizaron demasiado lejos y la mayoría de los componentes se extraviaron en la oscuridad de los bosques normandos. Sin embargo aquel contraatiempo no fue impedimento para que retasen a los 160 militares alemanes de la guarnición (100 artilleros y 60 zapadores) que se encontraban a la defensiva por detrás de dos campos de minas, una doble alambrada de 4,5 metros de ancho y 1,5 metros de alto cada una, cuatro casamatas de hormigón y emplazamientos para 4 piezas de artillería de 155 milímetros, 1 cañón antiaéreo de 20 milímetros y 8 ametralladoras. Contra todo pronóstico los asaltantes abrieron cuatro brechas en el alambre al poco de que la aviación inglesa soltase 400 toneladas de bombas sobre el objetivo, para acto seguido irrumpir en el perímetro bajo el apoyo de una ametralladora Vickers. Después de un furioso combate cuerpo a cuerpo entre los atrincheramientos, la Batería de Merville fue conquistada a un coste bastante alto en los dos bandos: los británicos sufrieron 65 bajas entre muertos y heridos, mientras que los alemanes 47 bajas entre 22 muertos y 25 heridos.
A punto de amanecer aquel 6 de Junio de 1944, el general Werner Pluskat que lideraba el 1º Batallón de Fusileros de la 352ª División de Infantería, escrutaba con sus prismáticos el horizonte desde uno de los búnkers de hormigón situado sobre las alturas de la «Playa de Omaha». De repente, su perro que dormía plácidamente bajo sus pies se despertó bruscamente y sin razón alguna comenzó a ladrar moviendo su hocico en dirección a la niebla que cubría el Canal de la Mancha. Aunque el general Werner Pluskat no vio nada extraña, su instinto le condujo a mirar una última vez con los prismáticos para comprobar como la neblina se disipaba y aparecían los 6.000 barcos de la Flota Aliada que estaban a punto de dar comienzo a la invasión de Europa.
En torno a las 5:50 horas, los acorazados, cruceros y destructores de la Flota Aliada giraron sus torretas y comenzaron el bombardeo naval contra las cinco playas de la costa de Normandía, descargando toneladas de proyectiles de gran y mediano calibre, así como 38.000 cohetes que convirtieron el litoral en un paisaje lunar de cráteres y columnas humeantes. Acto seguido, una enorme formación de 1.641 aviones entre los que 1.200 eran bombarderos pesados B-17 y B-24 Liberator arrojaron desde una cota de 5.000 metros infinidad de bombas sobre las defensas germanas, a la vez en que 400 bimotores B-26 Marauder lo hacían a baja altura, provocando todavía más destrucción y devastación en el perímetro, pero no acertando ningún objetivo significativo. Mientras todo eso sucedía, las barcazas y lanchas de desembarco emprendieron la navegación con miles de soldados norteamericanos, británicos y canadienses a bordo, muchos de ellos agotados después de horas de espera, mareados por culpa de las olas de 2 metros y encima vomitando por el copioso desayuna que habían ingerido. Contrariamente los alemanes, pese a la tormenta de fuego y acero que acababan de recibir, se encontraban perfectamente protegidos en sus búnkers y trincheras, descansados y preparados para hacer frente a los invasores.
A las 6:30 horas de la mañana, los 23.250 hombres y 32 tanques Sherman DD de la 4ª División de Infantería fueron los primeros en desembarcar en la «Playa de Utah». Lo hicieron sobre un brazo de arena que se unía a unas marismas, cuyas dunas les protegieron de los escasos defensores, los cuales les atacaron disparando sus morteros en los emplazamientos adyacentes y sus fusiles en los pozos de tirador. Afortunadamente para los invasores, como su oleada se desvió por error un kilómetro de la playa original sobre un sector que también por equivocación habían sido ablandado por el bombardero (en lugar del correcto), aquella circunstancia favoreció a los norteamericanos que con relativa facilidad desalojaron de unas trincheras pobremente preparadas a los pocos alemanes y georgianos presentes en la zona, abriendo en cuestión de minutos un boquete en el espigón de cemento. Así lo celebró el general Theodore Roosevelt (hijo del Presidente Franklin Delano Roosevelt), quién al mando de la fuerza desembarcada arengó a sus hombres con la siguiente frase: «¡Empecemos la guerra desde aquí!».
El golpe de suerte tenido por la 4ª División de Infantería sobre la «Playa de Utah», permitió a los estadounidenses neutralizar las principales fortificaciones como el Reducto Wn-10, el Reducto Wn-5 en La Madeleine (que antes de ser ocupado destruyó de un fogonazo a un tanque Sherman DD), el Reducto Stp-9 que quedó inoperativo tras un ataque de bimotores B-26 Marauder o el búnker principal de la Batería de Azeville después de que un proyectil de 105 milímetros penetrase la pared de 1’5 metros de hormigón y matase en las escaleras a su dotación de trece artilleros. Solamente resistió la Batería de Crisbecq compuesta por tres cañones navales Skoda de 210 milímetros y un obús soviético de 150 milímetros, más dieciocho búnkers suplementarios, pues pese a que el demoledor castigo protagonizado por los acorazados USS Nevada, USS Arkansas y USS Texas, así como por 150 aviones B-17 y B-24 que arrojaron 750 bombas con 598 toneladas de TNT, únicamente volaron tres de las piezas y un fortín al que elevaron en el aire su techo de 1.200 toneladas, ya que el cañón restante pudo disparar y hundir al destructor norteamericano USS Corry, muriendo a bordo cuatro marineros. No obstante y salvo por este incidente, la «Playa de Utah» fue asegurada a un coste de tan sólo 429 bajas (129 muertos y 300 heridos) y 4 tanques Sherman DD destruidos (la mitad hundidos en el agua por el oleaje).
La «Playa de Omaha» era el punto más importante de toda la costa de Normandía que pronto se convertiría también en el más sangriento al poco de comenzar la Flota Estadounidense un bombardero preliminar con una escuadra de veinte navíos entre los que estaban los dos acorazados USS Texas y USS Arkansas, tres cruceros y quince destructores, además de acudir a los pocos minutos nueve barcazas equipadas con lanzacohetes que desde unos 4.500 metros arrojaron 1.064 cohetes de 127 milímetros. La saturación previa no acertó ningún blanco porque los proyectiles se quedaron cortos o sobrepasaron los blancos, por lo que para cuando se efectuase el desembarco, todas las defensas estarían intactas y perfectamente operativas. La 752ª División de Costa y la 352ª División de Infantería que poseía algunos veteranos del Frente Oriental, eran las encargadas de custodiar los 8 kilómetros del litoral con 7.000 efectivos situados sobre unas escarpadas de 50 metros de altitud por detrás de la playa, los cuales contaban con un material de 47 piezas de artillería (12 obuses de 105 milímetros 20 cañones de campaña y 15 anticarro), 40 lanzacohetes Nebelwerfer, 28 morteros y cinco torretas de tanques móviles enterradas tipo «panzerstellung», sin obviar los 3.700 obstáculos, muchos situados bajo el agua (a 300 metros de la orilla había puertas belgas y estacas antilancha, a 200 metros trípodes de madera con minas atadas en la punta y a 100 metros algunos erizos checos).
A las 6:36 horas de la mañana, los 34.250 soldados estadounidenses de la 1ª División de Infantería «Big Red One» y la 29ª División de Infantería se aproximaron a la «Playa de Omaha», a veces recorriendo de 6 a 20 kilómetros desde los puntos de embarque de la Flota Aliada, para ser recibidos desde una distancia próxima al litoral con un bombardeo muy intenso de las baterías de artillería que hundieron a varias de las barcazas en medio del Canal de la Mancha, sin contar las que no pudieron acercase a la costa debido que quedaron totalmente destrozadas al colisionar con los embudos, estacas antilancha o los caballos de frisia sumergidos. Respecto a las muchas embarcaciones que alcanzaron la orilla, en seguida dejaron caer sus compuertas delanteras que quedaron desplegadas en forma de rampa, por donde los soldados norteamericanos descendieron para de repente encontrarse con dos trágicos destinos: bien cayeron al agua y murieron ahogados al ser arrastrados arrastrados por el peso de sus mochilas; o bien fueron acribillados dentro de sus transportes a los que en muchos casos apodaron «latas de sardinas». Solamente la llegada de decenas de barcazas permitió a las tropas estadounidense ir abandonando el agua y apelotonarse poco a poco en la orilla para ganar unos metros sobre la arena a costa de un gran número de hombres que resultaron triturados por las ráfagas de armas automáticas, los proyectiles de artillería y las minas trampa enterradas en el suelo. De hecho en tan solo unos minutos perdieron la vida todos los oficiales y suboficiales del 116º Regimiento de Infantería que pisaron tierra en el sector de Mount les Moulins; mientras que de los 29 tanques Sherman DD un total de 27 se hundieron tragados por el oleaje, llegando tan solo dos que encima quedaron inmovilizados en los bordes. Ante aquella masacre que en algunos puntos alcanzó más de un 75% de bajas entre las diferentes unidades, los soldados estadounidense tuvieron que cavar hoyos en la tierra o buscar cobertura en los caballos de frisia, taludes y bancos de arena debido a que por el momento el asalto sobre la «Playa de Omaha» había fracasado.
Justo entre la «Playa de Utah» y la «Playa de Omaha» sobre los Acantilados de Pointe du Hoc, a las 7:10 horas, una flotilla de 9 barcazas LCA desembarcaron a 255 comandos del 2º Batallón de Rangers para enfrentarse a 325 soldados y artilleros alemanes que contaban con seis cañones de 155 milímetros, cuatro nidos de ametralladoras y cuatro búnkers de hormigón. De nada sirvió el bombardeo del acorazado USS Texas y de las 698 toneladas de bombas arrojadas por la aviación porque como una vez más las defensas quedaron intactas, los alemanes dejaron semiatrapados a centenares de hombres hacinados bajo los muros de roca en vertical y en un diminuto espacio de guijarros mientras desde las crestas les disparaban con fusiles y les arrojaban granadas. Sin embargo y pese a la enorme dificultad, los diferentes pelotones poseían un artilugio que impulsaba un gancho con una cuerda, cuyos garfios no tardaron en enredarse en las alambradas de más arriba, además de disponer de una escalera prestada por el Cuerpo de Bomberos de Londres. Acto seguido los norteamericanos escalaron los cables bajo el apoyo naval del destructor USS Satterlee, aunque 20 soldados perdieron la vida tiroteados o al despeñarse después de que los germanos cortasen algunas cuerdas. Afortunadamente al final el resto pudo alcanzar la cima después de 40 metros de subida y atacar las líneas de trincheras y búnkers hasta que pusieron en fuga a la guarnición alemana. Una vez se hicieron con el lugar descubrieron que el sacrificio mortal de 135 de sus hombres había sido en vano porque la artillería enemiga que se les había encomendado destruir no se encontraba en los Acantilados de Pointe du Hoc al haber sido desmantelados los cañones y trasladados hacia el interior de Normandía. Curiosamente algunas horas más tarde, las piezas serían encontrados abandonadas y sin vigilancia a 600 metros de distancia por el brigada Leonard Lomell y el sargento Jack Kuhn, quienes la volarían echando granadas de mano en sus tubos.
A las 7:25 entraron en acción las fuerzas del Imperio Británico cuando se produjo la aproximación hacia la «Playa de Gold», aunque ya durante la navegación un viento repentino desvío algunas de las embarcaciones en un subir y bajar de las olas, haciendo que 4 barcazas LCI se hundieran y otras 11 quedaran atrapadas entre los enredos de postes, alambradas y minas bajo el agua. No obstante y en cuanto los 24.970 soldados ingleses desembarcaron en la orilla, en seguida la 50ª División de Infantería «Norhumbrian», la 8ª Brigada Blindada y el 47º Comando de Marines Reales se abrieron paso por la arena y los terraplenes, dispersando a los mal distribuidos defensores que apenas tuvieron tiempo para reaccionar. Solamente se produjo un considerable retraso en el pueblo balneario de Hamel, cuya guarnición compuesta por rusos blancos destruyó a 3 tanques Sherman DD y causó a los británicos 60 bajas entre 20 muertos y 40 heridos, por lo menos hasta que los defensores se rindieron y los invasores avanzaron hacia el interior. En otro extremo de la playa, un cañón de 88 milímetros oculto en la «Posición King» eliminó a varios tanques de los Dragones Reales para a continuación ser volado por tres blindados Churchill; exactamente igual que sucedió en el cercano Reducto Wn-34, en donde se destruyó otro Flak 88, antes de ser ocupado tanto el faro como el pueblo de La Riviére, registrándose 30 prisioneros germanos, pero a cambio de haber encajado los ingleses unas 90 bajas entre 30 muertos y 60 heridos, más la destrucción de varios de sus blindados. A las pocas horas, el sargento primero Stanley Hollis se adentró en la campiña normanda y a la altura de Villa Palangana arrojó una granada en un pequeño búnker con la que mató a sus ocupantes, para acto seguido limpiar con una simple metralleta Sten en mano las trincheras adyacentes, acción que puso fin a la conquista de la «Playa de Gold» y por la que fue condecorado con la Cruz Victoria.
La «Playa de Juno» había sido asignada a las fuerzas del Canadá que a las 7:35 horas comenzaron el desembarco con 21.400 hombres de la 3ª División de Infantería Canadiense después de un fallido bombardeo aéreo y naval que únicamente dañó el 14% de las fortificaciones custodiadas por la 716ª División de Infantería Alemana y el 441º Batallón de Infantería Ruso Blanco con 17 cañones, 5 morteros y 33 ametralladoras. Lamentablemente durante la operación anfibia numerosas embarcaciones chocaron con los escollos cubiertos de minas provocando una gran matanza, ya que 20 de las 24 barcazas de la primera oleada fueron hundidas a escasos metros de la playa sobre la zona profunda del Canal de la Mancha. Una vez en tierra, los soldados canadienses experimentaron un verdadero infierno en el sector de Courselles que se convirtió en la batalla más sangrienta por detrás de la «Playa Omaha», pues las bajas superaron el 40% de la plantilla original, a veces más como fue el caso Compañía D que perdió 131 hombres de 180. A pesar de las dificultades y de un ataque en vuelo rasante de dos solitarios cazas alemanes Messerschmitt Bf 109 que ametrallaron a decenas de tropas y destruyeron algunos de sus vehículos, los canadienses salieron de los arenales después de que el teniente Bill Grayson inutilizara un búnker con una granada y capturase con su sección a 35 defensores. Gracias a este éxito local se tomó la localidad de Courselles tras desalojar de las barricadas a los germanos, como también también Meauvaines y Bernières, esta última ocupada por el Batallón de Fusileros «Queen’s Own Rifes». Mucho más difícil fue silenciar el Reducto Wn-27, pues sólo se lograría a cambio de que un cañón alemán destruyera a cuatro tanques (dos Sherman DD y dos Churchill) y una ametralladora derribase a un cazabombardero P-47 Thunderbolt; mientras que los comandos fracasaron a la hora de apoderarse de Langrune-Sur-Mer, ya que como las tropas germanas disponían de muros de hormigón de 2 metros y de un campo de minas externo, los atacantes se retiraron con 300 bajas. Afortunadamente y salvo por este sector, el resto de la «Playa de Juno» fue conquistada por la 3ª División de Infantería Canadiense que durante la operación encajó 1.035 bajas entre 335 muertos y 700 heridos.
El último sector invadido fue la «Playa de Sword» a las 7:35 horas, siendo en este caso los protagonistas los 28.845 soldados británicos y escoceses de la 3ª División de Infantería Británica, la 1ª Brigada de Servicios Especiales y el 10º Comando Interaliado compuesto por voluntarios franceses, belgas, polacos, noruegos, húngaros, griegos y austríacos; quienes arremetieron contra los seis kilómetros de costa vigilados por elementos de la 716ª División de Infantería, el 642º Batallón de Infantería Ruso Blanco y el 1.260º Grupo de Artillería con que se equipaban con 37 cañones, 7 morteros y 14 ametralladoras. El bombardeo preliminar naval se efectuó con los dos acorazados HMS Warpsite y HMS Ramillies, seis cruceros, el monitor HMS Roberts y diez destructores sobre los atrincheramientos de Villerville, Benerville, Houlgate y Mount Canisy, una misión que salió bastante cara a Aliados porque una lancha torpedera alemana del tipo S-Boote lanzó quince torpedos y hundió de un impacto al destructor noruego HMNOS Svenner.
Las cosas en la «Playa de Sword» cambiaron durante el propio desembarco porque los británicos se hicieron con la playa al frente del general Lord Simon Lovat, quién dirigió a sus hombres bajo la música escocesa del gaitero Bill Millin. Consolidada la posición en el litoral, se silenció al Reducto Wn-20 en Le Breche y un destacamento de los Marines Reales tomó el pueblecito de Lion-sur-Mer, muriendo en el asalto 30 infantes navales. También los británicos destruyeron a la batería del Reducto Stp-8, rindieron la localidad de Hermannville tras recibir el Reducto Wn-18 algo más de 50 disparos de blindados Churchill, forzaron a la capitulación de 70 artilleros germanos en el Reducto Wn-12 y aseguraron sin complicaciones tanto el Reducto Wn-14 como la Colina Périers. Sólamente sufrieron retrasos en el ataque al Reducto Wn-16 sobre Colleville, el cual fue castigado por un prolongado bombardeo del crucero polaco ORP Dragon y el destructor HMS Kelvin, hasta que fue neutralizado por el Batallón de Infantería «Suffolk» y sus 67 defensores hechos prisioneros, poco antes de que el alcalde del pueblo se presentase en el lugar y a modo de recompensa por la hazaña invitara al cabo Fred Ashby y a sus hombres a una botella de licor Calvados. Así fue como se completó la conquista de la «Playa de Sword» que costó a los británicos y sus socios un total de 520 bajas entre 120 muertos y 400 heridos, más la destrucción de 17 tanques Sherman DD, aunque eso no impidió que se produjera un atasco de material sobre la arena y la orilla debido a los incontables obstáculos submarinos que impidieron depositar a la mayor parte del equipo pesado en tierra.
Alrededor de las 8:00 horas de la mañana, Adolf Hitler se despertó y fue informado acerca del desembarco de Normandía. Inmediatamente el Führer convocó una reunión de urgencia en el Alto Mando Alemán (OKW) al que acudieron los generales Wilhelm Von Keitel y Alfred Jodl para que le expusieran la situación en Francia, mostrándose bastante optimista con el transcurso de los acontecimientos porque en seguida ordenó movilizar de una vez por todas a la 21ª División Panzer tras hacer la siguiente afirmación «por fin los tenemos en el continente, ahora podremos destruirles». Así fue como a las 9:00 horas el Tercer Reich comunicó por radio a su pueblo que había comenzado la invasión de Europa, exactamente igual que hicieron a las 9:10 horas el Gobierno de Washington en Estados Unidos y el Primer Ministro Winston Churchill en la Cámara de los Comunes de Londres mientras una multitud se agolpaba en torno al Monumento del Cenotaph dedicado a los caídos en la Primera Guerra Mundial del Barrio de los Ministerios.
Mientras tanto en la «Playa de Omaha» se vivía un auténtico infierno en comparación con lo que ocurría en las demás playas de Normandía, pues no se tomó ninguno de los objetivos principales y tan sólo unos pocos de los secundarios, como por ejemplo fue el caso del Promontorio Pointe du Raz de la Percée que los norteamericanos aseguraron a costa de perder la vida 35 hombres de los 64 que lo asaltaron; del Reducto Wn-65 que fue silenciado por el impacto directo de un semioruga antiaéreo Half-Track M3; o del Reducto Wn-61 que fue destruido con sus dos cañones por el fogonazo de uno de los pocos tanques Sherman DD disponibles (pese a que esta misma dotación de 30 artilleros previamente pulverizó en la orilla a cuatro carros blindados). Salvo por estas excepciones y la apertura de una pequeña brecha en Saint-Lauren, los soldados norteamericanos experimentaron una verdadera pesadilla como sucedió sobre el sector sector «Easy» en el que fueron aniquiladas dos compañías que desembarcaron por error ante las posiciones artilladas de Wn-67 y Wn-68; o mucho peor aún, en las inmediaciones de Vierville sobre el sector de «Dog Green», en donde murieron 600 estadounidenses y tan sólo 54 alemanes, estos últimos muy bien protegidos por detrás de las obras cementadas de los Reductos Wn-72 y Wn-73, así como de un viejo hotel que los ingenieros fortificaron.
El Reducto Wn-62 de la «Playa de Omaha» fue la batalla más difícil que el I Ejército Estadounidense tuvo que librar en Normandía, a pesar que dicha fortificación compuesta de dos búnkers en un principio tan sólo se hallaba custodiada por 31 soldados alemanes al mando del teniente Bernhard Frerking que contaban con cuatro cañones (dos de 75 milímetros y dos de 50 milímetros), tres morteros, cuatro ametralladoras y dos fortines equipados con lanzallamas. Curiosamente antes de alcanzar la orilla, la primera oleada perdió a manos de la artillería a doce de las trece lanchas que se hundieron o quedaron embarrancadas en los obstáculos, por lo que las tropas norteamericanas en muchos casos tuvieron que recorrer con el agua a la cintura un trecho de casi 50 metros hasta la orilla. Una vez en la arena, por delante tenían otros 150 metros a los que seguían estacas, postes con minas del modelo Teller, caballos de frisia, un talud de tres metros de altura, un foso anticarro de 3 metros de profundidad relleno de barro, una alambrada, un campo minado y una trinchera. Como era de preverse, las fuerzas desembarcadas fueron masacradas en una inmisericorde carnicería y sus vehículos destruidos, resultando pulverizados 58 camiones o jeeps de los 78 originales, aunque al menos los destructores pudieron proporcionar a sus hombres cierta cobertura e incluso dejaron fuera de combate a uno de los búnkers, contra el que encajaron 36 impactos de proyectil. El famoso fotógrafo y periodista Robert Capa que acompañaba a los incursores estuvo a punto de perder la vida en aquel infierno, pero al menos pudo sacar once sobrecogedoras fotografías de la matanza (de las 150 que tomó esa mañana hasta que fue evacuado en una lancha sanitaria LCI). No obstante, el claro protagonista de la jornada fue sin duda el cabo alemán Heinrich Sverloh, quién desde el «Nido Nº62» disparó en solitario 12.000 balas de su ametralladora MG-42 con la que provocó cientos de bajas a los invasores hasta que se le agotó la munición y fue capturado, pasando a ser a partir de entonces conocido como la «Bestia de Omaha».
Nuevamente a las 12:00 las cosas se complicaron en la «Playa de Sword» porque después de ocupar los británicos los muelles de Port-en-Bessin, de nuevo se produjo un segundo atasco en la arena por culpa de la acumulación de barcazas y lanchas LCI. Algo similar le ocurrió más el oeste a la 3ª División de Infantería Canadinese en la «Playa de Juno» porque tras tomar el puerto de Bernières, por el contrario en la orilla el colapso de tráfico aumentó, restando cualquier tipo de movimiento y por tanto impidiendo desviar refuerzos a otros sectores. Incluso en el interior los paracaidistas norteamericanos de las 82ª y 101ª Divisiones Aerotransportadas tuvieron problemas a la hora de enfrentarse a las dotaciones de la 91ª División Aérea de la Fuerza Aérea Alemana, lo mismo que los partisanos de la Resistencia Francesa que no pudieron ayudar a los invasores debido a que mantuvieron algunos encuentros con la Milicia Francesa de Vichy. Algo más fácil fue para los Aliados enfrentarse a las tropas extranjeras del Eje, pues en todas las playas y justo después de protagonizar breves tiroteos, hicieron un buen puñado de prisioneros a los combatientes rusos blancos, georgianos o musulmanes; aunque obviamente se dieron excepciones porque el soldado ucraniano Alí Balabanov de 17 años resistió durante horas en su puesto de ametralladora matando a numerosas tropas británicas, o el coreano Kyoungjong Yang que también eliminó a varios norteamericanos hasta su captura en la «Playa de Omaha».
En la «Playa de Omaha» la situación cada vez era más desesperante porque en el Bosque de Breacourt, situado a escasos de kilómetros de la costa, los alemanes emplazaron una batería de cuatro cañones de 105 milímetros que comenzaron a batir la orilla, despedazando a cuantiosos soldados estadounidense. Afortunadamente 30 paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada, en concreto de la Compañía «Easy» al mando del oficial Richard Winters, atacaron desde la retaguardia el complejo que se encontraba defendido por 50 artilleros germanos y dos ametralladoras MG-42. Contra todo pronóstico el asalto fue un éxito rotundo, pues aprovechando el factor sorpresa, los 4 cañones fueron destruidos, 20 alemanes murieron y 12 fueron hechos prisioneros, sufriendo los estadounidenses únicamente 6 bajas entre 4 muertos y otros 2 heridos (un acontecimiento que posteriormente pasaría e estudiarse en la mayoría de academias militares del mundo como parte del temario respecto al ataque sobre posiciones fijas). Algo parecido sucedió a no mucha distancia con otra batería de 4 cañones en Holdy, pues después de volar con un bazooka un depósito de municiones, entre el humo y la confusión aparecieron un grupo de 32 paracaidistas que silenciaron las cuatro piezas y causaron a los alemanes 45 bajas entre 15 muertos y 30 prisioneros (del personal de 60 tan sólo escaparon 15).
A medida que terminaba la mañana del Día-D, por fin todo empezó a mejorar en Normandía primero porque la 4ª División de Infantería Estadounidense profundizó 3 kilómetros desde la «Playa de Utah» y enlazó en unas marismas con los paracaidistas de la 82ª División Aerotransportada (que por entonces había perdido al 70% de sus efectivos por los bosques), luego porque la 3ª División de Infantería Canadiense descongestionó la «Playa de Juno» y finalmente porque la 3ª División de Infantería Británica pudo relevar a la 22ª Compañía Autónoma Paracaidista del oficial John Howard en el Puente Pegasus sobre el Río Orne. Incluso los 177 combatientes galos del Comando Francés Libre atacaron el pueblo de Ouistreham, demoliendo prácticamente todos sus edificios y el famoso casino, hasta apoderarse de este enclave que se constituyó como el primer enclave liberado y administrado por la Francia Libre. A pesar de todo en muchos sectores las baterías costeras continuaron demostrándose letales a la hora de hacer fuego contra la Flota Aliada, pues por ejemplo los cañones antibuque hundieron al destructor británico HMS Wrestler y al cazasubmarinos estadounidense USS PC-162.
Aproximadamente hacia las 13:00 horas del mediodía, la situación en la «Playa de Omaha» era insostenible porque los norteamericanos caían acribillados por los proyectiles y las ametralladoras, o bien se refugiaban a cubierto junto a la pared vertical de la «Muralla Atlántica». De nada les sirvió recibir el apoyo de cazabombarderos P-51 Mustang sobre los emplazamientos porque varios fueron derribados por los cañones antiaéreos; ni tampoco el soporte de los buques de la Flota Aliada que poco pudieron hacer contra las baterías ocultas en fortificaciones. Ante aquellos descalabros el general Omar Nelson Bradley consideró la posibilidad real de evacuar la «Playa de Omaha», lo que sin duda condenaría todo lo conseguido el Día-D. No obstante el general Norman Cota, en ese momento el último militar de alto rango que quedaba con vida sobre la arena, arengó a sus hombres hacinados sobre el sector «Dog Green» de Vierville con las siguientes palabras: «Solo dos tipos de hombres van a quedarse en esta playa, los que ya están muertos y los que van a morir». Fue entonces cuando animados por su superior, las tropas estadounidense recogieron todo el material explosivo asequible desperdigado por las dunas (a un coste terrible en bajas a manos de los tiradores) y lo fueron enterrando poco a poco bajo el muro de cemento de la «Muralla Atlántica». Una vez acumuladas todas las cargas que sumaron los 500 kilogramos de explosivo C-4, los zapadores las activaron mediante un cable y provocaron un colosal estallido mediante el que salieron despedidos trozos de piedra y metralla en todas direcciones, elevándose en algunos casos hasta varios kilómetros de altura. Hecho esto y disipado el humo, los estadounidenses salieron de sus escondites y se lanzaron a la carga colándose a través del boquete de la pared, para chocar contra las estupefactas tropas germanas peleando al cuerpo a cuerpo y a la bayoneta. A raíz de aquella avalancha de soldados enemigos los germanos fueron arrollados o cogidos por la espalda mientras eran achicharrados en sus búnkers por los lanzallamas. Bastó poco menos de una hora para que la bandera de los Estados Unidos fuese izada en lo más alto de la «Muralla Atlántica».
Resultado
Oficialmente a las 14.00 horas del mediodía del 6 de Junio de 1944, se efectuaron los últimos disparos en la «Playa de Omaha» que pusieron fin al desembarco de Normandía y principio a la invasión de Francia. Hasta ese momento la feroz batalla que había comenzado a las 0:03 horas de la noche, se prolongó por un espacio de 13 horas y 57 minutos, lo suficiente para superar la «Muralla Atlántica» que curiosamente se había tardado en construir nada menos cuatro de años desde su inicio en 1940.
Los Aliados sufrieron un total de 12.000 bajas sumando muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros, entre las cuales Estados Unidos encajó unas 6.000, Gran Bretaña unas 4.000, Canadá unas 987 y las fuerzas auxiliares algo menos como Noruega que contó con 32 y la Francia Libre con 12. Respecto al material bélico resultaron destruidos 34 tanques, derribados 127 aviones y hundidos 295 buques entre 3 destructores (1 norteamericano, 1 británico y 1 noruego), 1 cazasubmarinos y 291 barcazas, transportes o lanchas de desembarco.
Alemania sufrió unas 6.000 bajas (la mitad que sus oponentes) con un total de 2.000 muertos y 4.000 prisioneros.
Curiosamente la nación que más bajas sufrió durante el Día-D fue la propia Francia debido fundamentalmente a los bombardeos de la aviación anglo-estadounidense y los cañoneos de costa por parte de los buques de la Flota Aliada. Según los datos que se registraron más tarde, la población civil francesa que vivía en las localidades del litoral de Normandía y la Península del Contentín, así como dentro de la ciudad de Caen, encajó la impresionante cifra de 10.000 muertos y el doble de heridos.
Con la conquista de las playas de Normandía por fin se abrió el tan ansiado «segundo frente», lo que significó la reactivación del Frente Occidental que llevaba cerrado desde el año 1940. Aquella nueva situación obligaba a Alemania a luchar en dos frentes con la Unión Soviética presionando por el este y los Aliados Occidentales haciendo lo propio por el oeste, justo lo que el mariscal Erwin Rommel había tratado de evitar después de haber insistido a Adolf Hitler apostar por orientar el esfuerzo defensivo hacia la costa normanda y no hacia el Paso de Calais. De hecho pronto los sucesos darían la razón al «Zorro del Desierto» porque las fuerzas del Ejército Alemán no serían suficientes para frenar a los anglo-norteamericanos en Francia, sobretodo cuando éstos se coordinaron con la «Operación Bragation» lanzada por el Ejército Rojo contra Bielorrusia que obligó a dispersar a todas las divisiones del Eje por Europa, facilitando el avance del enemigo hacia el interior del país galo y finalmente propiciando la caída de París en Agosto de 1944.
Incuestionablemente el 6 de Junio de 1944 fue una de las jornadas más relevantes del siglo XX porque en muchos sentidos decidió la Segunda Guerra Mundial, ya no solo la victoria de los Aliados Occidentales que ya estaba garantizada de mucho antes, sino porque permitió a los anglo-sajones fijar una cabeza de puente en Europa con la que poder competir posteriormente con la Unión Soviética a la hora de conquistar y ejercer su influencia en el continente. Lamentablemente el precio a pagar fue muy elevado porque durante las horas que se alargó la batalla el número de muertos resultó ser altísimo, especialmente entre los soldados triturados sobre la arena de las playas o los paracaidistas fallecidos en los saltos, algo por lo cual se acabaría bautizando al Día-D con el merecido nombre de «El Día Más Largo».
Bibliografía:
-David Díaz Cabo, Utah y Omaha, Una Guía de Viaje del Día-D, Volumen 1, HRM Ediciones (2021), p.13-197
-David Díaz Cabo, Gold, Juno y Sword, Una Guía de Viaje del Día-D, Volumen 2, HRM Ediciones (2021), p.11-164
-Manuel Florentín, El Desembarco de Normandia, 60 aniversario del «Día más largo», Revista Historia y Vida Nº435 (2004), p.80-91
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial, «La gran vigilia», S.A.R.P.E. (1978), p.1.585-1604
-Winston Churchill, La II Guerra Mundial Volumen 2, El triunfo y la tragedia, Planeta Deagostini (1959), p.254-369
-Erwin Rommel, Memórias, Altaya (2008), p.481-493
-David Solar, La Caída de los Dioses, «Capítulo 6: Corazón herido», la Esfera de los Libros (2005), p.196-202
-Juan Antonio Guerrero, La II Guerra Mundial 60 años después. «El Dia D Desembarco de Normandia», Revista Muy Especial Nº68 (2005), p.94-95
-David Fraser, Erwin Rommel el Zorro del Desierto, «Capítulo 21 La última batalla», Esfera de los Libros (2004), p.550-556
-R.G. Grant, 1.001 Batallas que cambiaron el curso de la Historia, «San Vito», Grijalbo, (2012), p.864-865