El Pacto de No-Agresión Germano-Soviético «Ribbentrop-Molotov» derivó en un reparto de áreas de influencia sobre Europa entre Alemania y la Unión Soviética que otorgó «manos libres» al Ejército Alemán para actuar en Occidente y Polonia, a cambio de la entrega de Polonia Oriental. No obstante y pese al escándalo que supuso el documento para los países del bando de los Aliados, todavía hubo una serie de cláusulas secretas en que se hacía mención a la intervención y ocupación del Ejército Rojo a los Países Bálticos, Finlandia y por supuesto Moldavia, esta última a costa de Rumanía.
Moldavia era una provincia de Rumanía desde el final de la Primera Guerra Mundial que a costa de Rusia se había anexionado las regiones de Besarabia y Bukovina en 1918. Como el Rey Carol II no había querido someterse a las órdenes de Alemania cuando la Segunda Guerra Mundial había estallado en 1939, Adolf Hitler acordó con Iósif Stalin que la Unión Soviética recuperase aquellos dos territorios perdidos, algo que se formalizó el 2 de Agosto de 1940 cuando el Ejército Rojo violó la frontera rumana y proclamó la República Socialista Soviética de Moldavia.
La «rusificación» de Moldavia tras la retirada del Ejército Rumano fue sencilla porque todos los ciudadanos latinos, que eran la inmensa mayoría frente a los eslavos, quedaron completamente a merced del Ejército Rojo. Así fue como en cuestión de pocos meses, algunos rumanos fueron fusilados y otros tantos enviados a prisión después de ser catalogados como «nacionalistas» o «contrarrevolucionarios»
Inesperadamente la noche del 13 al 14 de Junio de 1941, miles de hombres armados de la Policía Estatal Soviética (NKVD) al frente del comisario Sergo Goglidze, lanzaron una redada masiva contra la etnia rumana de Moldavia. Lo que a continuación tuvo lugar fue una inmensa deportación de 43.890 moldavos, entre los que había funcionarios, militares o empresarios, que primero fueran enviados a los centros de tránsito de Chernivtsi e Izmail en Ucrania, y acto seguido a los gulags de Omsk, Novosibirsk, Komi y Krasnoyarsk Krai en Siberia.
Según las cifras un total de 57.000 moldavo-rumanos perdieron la vida en la represión perpetrada por la Unión Soviética. Respecto a los territorios de Bersarabia y Bukovina, ambos permanecerían ocupados hasta la caída del comunismo y la independencia de Moldavia en 1991.
Bibliografía:
-https://en.wikipedia.org/wiki/Soviet_deportations_from_Bessarabia_and_Northern_Bukovina