Galeazzo Ciano

Ostentar el título de Ministros de Asuntos Exteriores se convirtió en uno de los oficios más difíciles y odiados de aquellos que ocuparon tales cargos durante la Segunda Guerra Mundial. El papel de Galeazzo Ciano, principal diplomático de Italia antes y a lo largo del conflicto no sería una excepción. Contrario a entrar en el conflicto al lado del Eje, Ciano se tuvo que dejar llevar por las aspiraciones de su suegro, Benito Mussolini, y actuar en una contienda de la que siempre aborreció. Su final por oponerse a luchar junto al Tercer Reich, le llevaría frente al pelotón de fusilamiento sin que tan siquiera el Duce, padre de su esposa, pudiese hacer nada por evitarlo.

Galeazzo Ciano. Aviador de la Fuerza Aérea Real Italiana y Ministro de Asuntos Exteriores de Italia al mismo tiempo.

Gian Galeazzo Ciano nació un 18 de Marzo de 1903 en Livorno, Italia. Su padre, Constanzo Galeazzo y Conde de Cortellazzo, era un almirante de la Marina Real Italiana (Regia Marina) y también el director del periódico livornés Il Telegrafo; mientras que su madre por el contrario, mucho más casera, era una ostentosa dama preocupada por la etiqueta llamada Carolina Pinni.

Desde muy pequeño, Galeazzo demostró sus excelentes cualidades en los estudios, sobretodo para las lenguas, llegando a aprender a lo largo de su vida varios idiomas como el inglés, español, portugués e incluso algo de chino. Con tan sólo 22 años, se licenció en Derecho en 1925 y poco después empezó a trabajar como diplomático gracias a sus amplios conocimientos de lenguas y a su afiliación dentro del Partido Nacional Fascista (PNF). Algunos de sus destinos en el extranjero fueron la embajada de Río de Janeiro en Brasil, la de Pekín en China, la de Buenos Aires en Argentina y la de la Santa Sede en el Vaticano.

Mientras Galeazzo se encontraba de vuelta en Italia tras un respiro de sus giras diplomáticas por el mundo, tuvo la suerte de conocer y enamorarse de Edda Mussolini, una chica alocada, bebedora y adicta al tabaco y al juego que era hija del mismo Duce, a la que no tardó en pedir matrimonio. El 24 de Abril de 1930, Edda y Galeazzo se casaron, matrimonio del cual nacerían tres hijos: Fabrizio, Raimonda y Marzio. Sin embargo la vida conyugal nunca fue leal precisamente, pues tanto Ciano como Edda mantuvieron cuantiosas aventuras, especialmente Galeazzo que pronto fue conocido por su fama de mujeriego con numerosas amantes como la inglesa Wallis Warfield Spencer.

Edda Mussolini, esposa de Ciano y nieta del Duce, jugó un papel fundamental en la carrera de su marido.

Gracias a haberse convertirse en el yerno del Duce tras casarse con su hija, Ciano pudo ostentar cargos más elevados en su carrera diplomática. En primer lugar fue nombrado cónsul general de Shangai, título desde el que pudo negociar las tensas relaciones entre China y Japón tras el Incidente de Mukden en Manchuria de 1931. Al año siguiente, en 1932, Mussolini le otorgó el puesto de jefe de la comisión italiana en la Sociedad de Naciones de Ginebra, Suiza. Pero uno de sus mayores triunfos diplomáticos no tuvo lugar hasta 1933, cuando fue elegido miembro de la representación italiana durante la Conferencia de Londres que reforzó los lazos económicos y militares entre ambas naciones, éxito en el que Ciano tuvo un papel fundamental al poseer grandes amistades entre la alta aristocracia inglesa y ser jugador del club de golf de Acquasanta. Contrariamente la actitud de Ciano hacia los alemanes fue de contención, siendo clave a la hora de influir sobre Mussolini para defender la independencia de Austria de una posible agresión germana. Todos aquellos méritos permitieron a Ciano ser ascendido en 1935 a jefe de Gabinete de Prensa del Duce, a vicedirector de la Subsecretaría de Estado para Prensa y Propaganda y a miembro del Gran Consejo Fascista.

Cuando estalló la Guerra Ítalo-Etíope entre Italia y Etiopía (1935-1936), Ciano dejó su trabajo y se presentó voluntario en la Fuerza Aérea Real Italiana (Regia Aeronautica). Inmediatamente pasó a liderar el 4º Grupo de Bombardero como comandante, con el que protagonizó numerosos ataques tierra-aire contra las tropas etíopes a lo largo de los desiertos de Abissínia. Una vez finalizada la conquista de Etiopía, Ciano ganó dos Medallas de Plata por su valor en el aire, aunque fue criticado por su temeridad pilotando aviones y poniendo en riesgo innecesariamente su vida contra el enemigo.

Ciano como Ministro de Asuntos Exteriores de Italia.

El 9 de Junio de 1936 Ciano llegó al punto más culminante de su carrera diplomática tras ser nombrado por Mussolini nuevo Ministro de Asuntos de Exteriores del Reino de Italia. No obstante escogió el peor momento para ello, ya que Italia, desprestigiada por la guerra en Etiopía, entraría en una espiral de difícil mediación que haría cambiar su postura inicial de amistad hacia las democracias occidentales por terminar alineándose con el Tercer Reich. Una de las primeras medidas del nuevo cargo fue aislar internacionalmente al Emperador Haile Selassie de Etíopía, que desde el exilio en Ginebra presionaba al resto de naciones para castigar a Italia. Justo un mes después, en Julio de 1936, fue un firme defensor de apoyar al general Francisco Franco y al Bando Nacional en la Guerra Civil Española, siendo su figura clave en el envío de 78.500 soldados italianos a España en lo que se conoció como Cuerpo de Tropas Voluntario (Corpo Truppe Volontaire) y en el despliegue de los 700 aparatos de la Aviación Legionaria (L’Aviazione Legionaria), siendo precisamente el propio Ciano quién ordenó bombardear el puerto de Valencia. Pero sin duda su más destacada labor fue evitar una guerra mundial en el Pacto de Munich de 1938 cuando consiguió junto con a Mussolini apaciguar a Gran Bretaña, Francia y las tentativas expansionistas de Adolf Hitler, entregando los Sudetes a Alemania a costa de Checoslovaquia, éxito que le otorgó el calificativo de “hombre de paz”. Pocos meses después de este suceso Ciano sumó al Partido Nacional Fascista al Pacto Anti-Kommintern y protestó enérgicamente después de Hitler ocupase Chequia, definiendo al Führer como “infantil y traidor”. Para el año 1939 Ciano firmó con el Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Joachim Von Ribbentrop, el Pacto de Acero que formalizó una alianza militar entre Italia y Alemania, tratado que permitió a los italianos ocupar y anexionarse el Reino de Albania en los Balcanes, lo que le valió a Galeazzo ser condecorado con el Collar de la Anunziata el 19 de Agosto por el mismo Rey Víctor Manuel III.

Adolf Hitler y Galeazzo Ciano haciendo el saludo fascista.

Poco antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, en Agosto de 1939, Von Ribbentrop convocó a Ciano a Salzburgo para incitarle a que Italia ayudase a Alemania si se diera el caso de una guerra. Por supuesto eso no sucedió el 1 de Septiembre cuando el Tercer Reich invadió Polonia y estalló la Segunda Guerra Mundial, ya que Ciano logró convencer a Mussolini para que Italia permaneciera en una posición de no beligerancia. A partir de entonces Ciano se declaró profundamente anti-alemán y hasta el último momento no dejó de intentar evitar que su yerno se alinease con Hitler. No obstante para su desgracia, cuando se produjo la derrota de Francia en 1940, Mussolini desoyendo las advertencias de su cuñado metió a Italia en la contienda el 10 de Junio y declaró la guerra a los Aliados. La reacción de Ciano nada más conocer la noticia fue: “Estoy triste, muy triste. Comienza la aventura, ¡qué Dios ayude a Italia”.

Jamás Ciano hubiera optado por aquella guerra y menos aún por ser aliado del Tercer Reich, no obstante, fiel a su yerno, decidió cooperar con los alemanes en todo lo posible y mejorar la situación diplomática de Italia respecto a otros países. Algunos de sus logros en ese momento fue conseguir que Hungría se adhiriese a las potencias del Eje y que Yugoslavia se uniera al Pacto Tripartito, aunque al final un golpe de Estado lo impidió, motivo que propició la intervención militar de Italia en los Balcanes.

Ciano como aviador descendiendo de su trimotor Savoi SM-79 durante la campaña de invasión a Grecia.

Grecia fue una de las grandes apuestas de Ciano en la Segunda Guerra Mundial, no sólo por alentar su invasión, sino por su temeridad en el aire. Siempre ávido de ponerse en situaciones de riesgo, Ciano tomó los mandos de un bombardero y sobrevoló Salónica para atacar un edificio de tropas griegas, con tan mala suerte que las víctimas de sus bombas fueron refugiados italianos, aunque por fortuna ninguno resultó herido. A la vuelta de su misión el avión de Ciano fue emboscado por cazas griegos, saliendo milagrosamente ileso el bombardero y logrando derribar a dos de los aparatos helenos. Sorprendentemente al igual que su marido, Edda era otra temeraria que optó por alistarse como enfermera militar en un barco de guerra destinado a Grecia, el cual fue alcanzado en una ocasión por un torpedo y hundido en el Mar Adriático con numerosas bajas, exceptuando la nieta del Duce que se quedó flotando hasta que vinieron a rescatarla.

Tal y como Ciano había advertido a su suegro, la declaración de guerra de Italia a la Unión Soviética y Estados Unidos que él mismo presentó a los embajadores en 1941, fue un completo error. La derrota italiana en la Batalla de Stalingrado en 1942 y la llegada masiva de tropas estadounidenses al Norte de África en 1943 con la consiguiente pérdida de Libia, llevaron a que Italia fuese puesta contra las cuerdas. Ciano sabía que Italia debía poner fin a la guerra cuanto antes o sería destruida, por lo que en secreto decidió trabajar para el Rey Víctor Manuel III y su círculo íntimo de partidarios de la paz. No obstante el Duce percibió los sentimientos pacifistas de su yerno y el 5 de Febrero de 1943 decidió destituirle como Ministro de Asuntos Exteriores para nombrarle embajador en la Santa Sede del Vaticano. Por suerte para los conspiradores, Ciano no fue excluído del Gran Consejo Fascista cuando fue convocado el 25 de Julio de 1943, sesión en la que su representante máximo, Dino Grandi, propuso una moción de censura para que Mussolini abandonara el cargo. Sorprendentemente para el Duce, su yerno fue uno de los 19 miembros que votaron a favor de su dimisión de los 28 participantes. Terminada la reunión del Gran Consejo Fascista, Mussolini fue a presentar su dimisión al Rey, instante en que fue detenido por los carabineros reales.

Nada salió según lo planeado por Ciano, Grandi y los demás conspiradores, pues nada más caer Mussolini, el general Pietro Badoglio y el Rey Víctor Manuel III dieron un golpe de Estado para intentar hacerse con el poder, persiguiendo para ello a todos los antiguos fascistas, incluyendo a los que habían traicionado al Duce para ponerse al servicio del monarca. Ante el caos antifascista que se adueñó de Italia, Ciano, Edda y su familia fueron ayudados por un avión de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) que supuestamente debía llevarles a España, aunque en pleno vuelo cambió el rumbo y para su sorpresa se dirigió hacia Alemania. Nada más bajar del aparato altos oficiales de las SS recibieron a Ciano y junto a su familia los alojaron en una lujosa casa a la espera de acontecimientos. Tanto Ciano como Edda se sentían “invitados” y también “prisioneros” de Hitler, algo que quedó demostrado cuando Mussolini fue rescatado por comandos alemanes de la prisión del Gran Sasso en los Apeninos y evacuado hacia Alemania. Una vez en Berlín el Duce se reunió con su familia, incluyendo con Ciano, con el que mantuvo cierta distancia por haber votado en su contra durante la sesión del Gran Consejo Fascista. A pesar de todo, la situación volvió a su cauce al cabo de unos días y todo en la familia volvió a ser como antes, incluso Ciano llegó a pedir a su suegro que como síntoma de reconciliación entre ambos le permitiese tener algún papel en la recién fundada República Social Italiana (República de Saló) en el norte de Italia.

Procesos de Verona. Ciano sentado en el juicio como acusado antes de ser sentenciado a muerte.

Supuestamente cuando Ciano voló en avión hasta la República de Saló el 19 de Octubre, fue detenido por guardias fascistas nada más aterrizar en el aeropuerto de Verona y sin salir de su asombro encerrado en una cárcel de la ciudad. Justo en aquel instante se enteró de que Mussolini, presionado por Hitler, le había obligado a juzgar a todos los traidores que habían votado en su contra durante el Gran Consejo Fascista del 25 de Julio. Mussolini no deseaba matar a su yerno, pero habiéndose convertido en un títere de los alemanes y responsable de millones de vidas bajo responsabilidad de estos, no tuvo más remedio que permitir que se celebrase el juicio a pesar de las súplicas de su hija Edda. Sin embargo, antes de que Ciano fuera sentado en el banquillo, Edda amenazó con publicar los Diarios de su marido, unos textos que recopilaban todas las cláusulas que como Ministro de Exteriores los italianos habían acordado con los alemanes en términos diplomáticos, incluyendo los asuntos más escandalosos. Las SS buscaron con rabia los Diarios de Ciano, incluso infiltraron una agente alemana llamada Frau Beetz en su celda para que le sonsacase donde podría encontrarlos, una estratagema que no tuvo éxito, ya que sorprendentemente ella terminó enamorándose de él y convirtiéndose en su amante de prisión. Finalmente Ciano terminó por aceptar su destino y confió a su esposa tales Diarios para que los utilizase como arma arrojadiza si alguien intentaba hacerles daño a ella o a sus hijos algún día. Despidiéndose de él para siempre, Ciano consiguió que Edda y sus tres niños cruzaran la frontera con Suiza y se pusiesen a salvo. Lo último que le quedó fue pedir clemencia a su suegro, algo que no sirvió de nada, pues Mussolini era otro rehén de Hitler. Las palabras del Führer respecto a Galeazzo definieron cuál iba a ser su destino: “Ciano es un traidor a su patria, al fascismo, a la alianza con Alemania y a su familia, merece ser fusilado cuatro veces”. Los juicios, conocidos popularmente como los Procesos de Verona, dictaminaron a Ciano culpable y le condenaron a la pena de muerte.

A las 9:00 horas de la mañana del 11 de Enero de 1944, Ciano fue conducido por policías de la Cárcel de Verona al campo de tiro del Fuerte San Patroclo. Nada más llegar al terraplén en el que se hacían prácticas de disparo , Ciando se encontró con un pelotón entero de la Milicia Fascista, unos sacerdotes y los otros condenados, entre los que estaban Emilio De Bono, Carlo Pareschi, Luciano Gottardi y Giovanni Marinelli. A cada uno se les hizo sentar sobre una silla con el respaldo entre las piernas y las manos atadas a la espalda. Acto seguido los curas oficiaron la extremaunción a los cinco mientras los policías colocaban a los reos de espaldas frente al pelotón. Justo a las 9:20, Ciano echó una última mirada hacia sus verdugos cuando un segundo después la Milicia Fascista abrió fuego. Tan mala suerte tuvo Ciano que fue alcanzado por las balas y tirado de la silla en la que estaba maniatado, retorciéndose de dolor en el suelo y dejando un gran charco de sangre. Fueron necesarios otros dos tiros de gracia del capitán de milicia para acabar con su vida.

Milicianos fascistas de la República de Saló en una fotografía sacada pocos instantes antes de la ejecución a los condenados en el Proceso de Verona. Ciano es el único de los desafortunados que ladea hacia atrás la cabeza mirando a sus verdugos antes de disparar.

Con la muerte de su esposo Galeazzo, Edda Mussolini jamás volvió a hablar con su padre al que consideraba el asesino de su marido y responsable de haber dejado huérfanos a sus propios nietos. Solamente cuando el fascismo cayó en 1945 y Benito Mussolini fue ejecutado por los partisanos, Edda finalmente lloró a su progenitor y le perdonó en sus sentimientos. No obstante y como homenaje a su esposo, publicó los textos de Ciano como Ministros de Asuntos Exteriores en Diarios 1937/1938 y Diarios 1939/1943 que vieron la luz entre 1946 y 1949.

 

Bibliografía:

-Sergi Vich Sáez, Historia de una Ambición, Revista Historia y Vida Nº552 (2014), p.64-73
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial. Volumen 8. “Galeazzo Ciano». Sus Diarios no consiguieron salvarle” S.A.R.P.E. (1978), p.61-63
-http://en.wikipedia.org/wiki/Galeazzo_Ciano